Compromiso

Hace muchos años escuché a un político en el López de Ayala de Badajoz, en una época en la que estaba de moda aquello de “puedo prometer y prometo”, que él no había venido a prometer nada sino a comprometerse. No era más que un juego retórico para dar mayor credibilidad a su discurso, pues el tiempo acabaría demostrando que sus palabras tenían la consistencia de un azucarillo en una taza de café caliente. Comprometer es poner a alguien en una situación difícil, contraer una obligación y hasta formalizar una relación de tipo amorosa, pero hoy me quiero referir a la última acepción del diccionario, a aquella que habla de “tomar partido por una ideología política y social y actuar en consecuencia”. Las artes y las letras han sabido distinguir al panfletario del comprometido, aunque hay quien se ha valido de esa fina línea de separación para meter todo en el mismo saco y descalificar a priori cualquier obra o escrito que se decantara de manera abierta ante los problemas