31 mayo, 2023

¿Y eso qué tiene que ver?

A primera hora del lunes encontré una imagen en internet. Era una viñeta en la que un varón llega a casa anunciando que ha sido despedido del trabajo y su pareja, que está leyendo en el sofá, le recuerda asombrada que en su momento él votó a favor del despido libre. Es entonces cuando el chico le contesta con una pregunta: ¿Y eso qué tiene que ver?

 

Aún estaban recogiendo de los colegios electorales todas las cajas de papel malgastado, cuando escuchamos que Pedro Sánchez disuelve las cámaras y convoca elecciones anticipadas para el 23 de julio, las primeras que se recuerdan en plena época estival. Así que el 6 de julio, junto al habitual chupinazo de Pamplona a las 12 del mediodía, habrá otro chupinazo a la medianoche para iniciar una nueva campaña con más vallas publicitarias, banderolas, mítines y unas cartas no deseadas en los buzones que no hay manera de parar.

Hay gente que sabe más de cuestiones de oportunismos y estrategias políticas y yo no me atrevería ni a calificar la idea del adelanto electoral como una genialidad visionaria, ni a tildarla de incauta huida hacia adelante. No acierto a saber si Sánchez pretende pillar a traspiés al resto de partidos, o si trata de escenificar una campaña en la que la derecha y la ultraderecha vaya pactando en ciudades y comunidades sin las reservas que todavía existen en muchos países de Europa ante este tipo de alianzas.

Hace justo cinco años también parecía imposible que triunfara aquella moción de censura de un Pedro Sánchez renacido tras su defenestración por negarse a abstenerse en la investidura de Rajoy. En estos cinco años han cambiado unas cuantas cosas y otras siguen igual. Se han subido los salarios mínimos y una reforma laboral ha dado mayor estabilidad a los contratos laborales, que eran de los más efímeros del continente. Sin embargo, hay situaciones que comienzan a ser muy preocupantes, como la especulación salvaje de bienes de primera necesidad, como son la vivienda o la energía, sobre la que todavía no se han podido aplicar medidas efectivas para paliar sus graves consecuencias.

En cualquier caso, de poco valen propuestas que benefician a los sectores sociales más desfavorecidos si no se explican como es debido. El resultado es que cualquier mensaje trumpista y simplista cala más en el electorado que cualquier propuesta seria destinada a solventar una grave necesidad de amplias capas de la población.

¿Es necesaria una mayor pedagogía política en este país? Sin duda. Porque las vorágines electorales, que a veces giran en torno a bulos o medias verdades que no son las dificultades cotidianas de la población, acaban por crear el caldo de cultivo para que no se distinga de dónde provienen los verdaderos problemas de la mayoría de la gente. Y esa falta de pedagogía de algunas formaciones políticas hace que su electorado natural no vincule los nocivos efectos de determinadas políticas con los males que padece, como le ocurría al que preguntaba qué tenía que ver la aprobación del despido libre con el finiquito que le acababan de dar en un sobre. ¿Lo verá más claro en pleno verano? No sé.

 

Publicado en el diario HOY el 31 de mayo de 2023








17 mayo, 2023

Votar cerca

En unos días volveremos a votar. Seguiremos haciéndolo con el sistema mundial en el que más papel se derrocha y a nuestros buzones llegarán cartas firmadas por candidatas, folletos de propaganda y hasta papeletas oficiales de voto, lo nunca visto en ninguna democracia que se precie. Y todas esas montañas de papel las estaremos pagando, queramos o no queramos, cada uno de los contribuyentes.

 

Recuerdo que me decían que las elecciones más importantes eran las generales, con sus sobres blancos para el Congreso y otros de color sepia en los que hay que marcar a los senadores deseados. En cambio, creo que las próximas son las que más afectan a la vida cotidiana, las que más inciden en los detalles que nos endulzan o nos amargan el día a día. Sí, ya sabemos que las grandes leyes, las políticas estratégicas y las medidas universales son la base de todo lo importante, pero es en tu región, y especialmente en tu pueblo o tu ciudad, donde más se siente la destreza o se sufre la torpeza de quien está al mando.

 

Imagino que las campañas electorales serían más edificantes si sustituyéramos las arengas por conversaciones, si cambiáramos los argumentarios y las ocurrencias de asesores por compromisos sensatos y factibles, que son lo opuesto a tantas promesas que nacen con la fecha de incumplimiento marcada. En estos días me parecen más enriquecedoras esas tablas que podemos leer en las páginas de este periódico y en las que comparan lo que propone cada formación política para distintos temas. Solo cuando se sabe qué piensa hacer cada uno, es cuando se puede empezar a tener claro qué opción es la que más nos interesa, porque los rostros retocados con photoshop que pueblan vallas y farolas no sirven de nada.

 

Continuamos tratando la política con poca seriedad: mientras las ofertas de los folletos de un supermercado tienen valor cuasi contractual, a los partidos se les permite dar gato por libre sin que les suponga consecuencia alguna.  Así que espero que no me prometan nada y que sí se comprometan a hacernos la vida más fácil, a que no se abandone a quienes más lo necesitan, a que vivir en un pueblecito o en una barriada no suponga un lastre ni una discriminación, a que nuestras ciudades tengan más árboles y menos hormigón, a que se cuide el patrimonio, a que haya más bicis y menos coches, a que las baldosas de las aceras no nos jueguen malas pasadas, a que los servicios públicos funcionen, a que la cultura no sea un lujo, a que piensen en las personas mayores (que sí votan) y también en la infancia (aunque no vote), a que los colegios y hospitales estén en condiciones, a que no se olviden de nosotros hasta 2027 y nos dejen participar, a que lo den todo para que a nadie le falte un techo, comida y agua potable, a que cuiden de nuestro aire, de nuestra tierra, de nuestros animales  y de nuestros ríos.

 

Apenas once días y nos tocará votar de cerca. Si no arreglamos primero lo que tenemos al lado, difícilmente podremos llegar demasiado lejos. Y hay que hacerlo.


Publicado en el diario HOY el 17 de mayo de 2023








03 mayo, 2023

Acoso y silencio

Cuando se ha conocido la carta de despedida de Claudia, la chica de Gijón que con 20 años decidió quitarse la vida tras ser machacada por algunos de sus compañeros de colegio, me he acordado de Jokin Ceberio, un chaval de 14 años que se suicidó en Hondarribia tras sufrir el acoso continuado de varios de sus compañeros.

El caso de Jokin en 2004 fue el que hizo saltar las alarmas, el que puso por primera vez sobre la mesa una realidad que, con mayor o menor gravedad, ya se conocía. ¿Acaso alguien no recuerda casos de acoso en sus días escolares? Cuando no era por llevar gafas o ser una empollona, el motivo de la burla podía deberse a una enfermedad, al color de piel, a la marca de la ropa, a la pobreza de tus padres, a tener otro acento o a ser de fuera.

La gran diferencia entre el acoso de hace casi 20 años, al que me cuesta llamar bullying, es que en aquel tiempo podías tener refugios y momentos en los que estabas a salvo del grupito alfa que dominaba el cotarro con intimidación. Hoy ya no existe el refugio del hogar porque las redes convierten aquel acoso temporal y discontinuo en uno de carácter permanente, ubicuo e indeleble, que acaba por minar las ganas de vivir de adolescentes que no ven salida al túnel en el que los ha metido tanta maldad.

Me consta que en los últimos años se han desarrollado protocolos en los centros educativos para intentar prevenir y detectar comportamientos de acoso. Pueden ser pocos los que alcancen una gravedad tan extrema como en los casos de Jokin o Claudia, pero la violencia de baja intensidad que sufren las víctimas puede derivar con el paso de tiempo en consecuencias irreparables que, como sociedad, deberíamos aprender a resolver en conjunto.

Imagino que todo el mundo con hijas e hijos en edad escolar estará preocupado por si son víctimas de un acoso que no contarán a nadie. Por eso creo que esa preocupación de los progenitores debería extenderse también en otro sentido, en el de preguntarse si son sus hijos los victimarios, si están provocando el asedio y la discriminación hacia alguno de sus compañeros de aula.

La maldad de quien acosa, de quien se divierte humillando para mostrar su fuerza o su poder, no alcanzaría consecuencias tan dramáticas si no fuera por el silencio de quienes son testigos. De ahí que sea necesario reeducar comportamientos sociales tan interiorizados que cuesta mucho superarlos. Siempre se opta por esa equidistancia de no meterse en líos porque el sambenito de chivato tiene peores consecuencias y mayor desprestigio que cualquier otro.

Cuando tenga un mayor reproche social mirar hacia otro lado ante el acoso, entonces será cuando lograremos librarnos de horrores como los que sufrieron los padres de Jokin hace 18 años y que hoy padece la familia de Claudia. A nadie se le puede exigir el heroísmo, pero quizá sí debería preocuparnos aquel “silencio de los buenos” que mencionó Martin Luther King. Habrá que hacerles saber que son mayoría y que su voz puede salvar vidas como las de Jokin o Claudia. 

Publicado en el diario HOY de Extremadura el 3 de mayo de 2023









19 abril, 2023

30 grados en abril


Durante muchos años seguí semanalmente las aventuras de Goomer, una creación de Ricardo y Nacho con las peripecias de un humano que vivía en otro planeta. Recuerdo una viñeta en la que está plácidamente en una playa y ve que todos los alienígenas y extraterrestres con los que convive comienzan a recoger toallas y sombrillas. Cuando Goomer pregunta la razón de tanta prisa, le responden que es porque a las doce en punto se acababa el verano. 

Aquí nos faltan más de dos meses para que llegue el verano, llevamos varios días superando los 30 grados centígrados y a mediodía sobran jerséis y cazadoras. La semana pasada supimos que la temperatura media de los océanos en abril había alcanzado su máximo histórico y la comunidad científica nos recuerda que el problema es más grave de lo que podíamos imaginar. Esta noticia de los océanos me hizo acordarme de aquella fábula de la rana, que cuando saltaba a un recipiente de agua hirviendo era capaz huir y salvarse, pero que se quedaba aturdida hasta morir si le iban calentando el agua de la olla de manera gradual. 

También hemos sabido que no andamos sobrados de agua a pesar de las lluvias torrenciales de enero, que los embalses van bajando sus niveles –especialmente si a sus dueños les interesa especular con el precio de la luz – y que Doñana, el más emblemático Parque Nacional del sur peninsular, podría desaparecer por la codicia de quienes quieren usar sus acuíferos para unos regadíos cada vez más insostenibles. 

Quedan menos de 40 días para que votemos en todos los municipios del país y me pregunto qué se puede hacer desde cada localidad para mitigar un peligro global contra el que poco nos servirán ministerios como los de Defensa o Sanidad, porque no hay armas ni medicamentos que nos salven o curen de esta dolencia común y sin fronteras que es el cambio climático.  

En nuestras ciudades y pueblos cada vez hay más asfalto y hormigón, materiales que siempre reportan buenas comisiones, y va menguando el verdor de los jardines. En Badajoz hay un singular parque con árboles centenarios pero que está a punto de ser exterminado por las cuadrículas de los planes urbanísticos, esos que valoran más a los pisos o a los vehículos antes que a los seres vivos, y que piensan más en los rendimientos especulativos de mañana que en la habitabilidad del planeta para la juventud nacida en este siglo.  

Si consiguiéramos salvar el Parque Ascensión, Doñana o ese monte que tienen cerca de su pueblo y que arderá este verano o se convertirá en una mina en otoño, estaríamos colaborando para garantizar el futuro de la humanidad. Goomer pensaba que el invierno no podía llegar de repente, pero en la siguiente viñeta todo se cubría de nieve. No nos ocurrirá lo que dibujaron Ricardo y Nacho hace más de 30 años, pero tantos días de abril a más de 30 grados sí que nos acercan a la situación de la rana en aquella fábula: cuando nos demos cuenta de los peligros que nos acechan, puede que sea demasiado tarde. Así que empecemos sin demora. Allá donde vivamos. 

Publicado en el diario HOY el 19 de abril de 2023


05 abril, 2023

Poder sumar

Se atribuye a Andreotti una taxonomía de la enemistad en la que el más alto grado, el que supera incluso a los enemigos a muerte, lo ocupan ciertos compañeros de partido. La usaba mucho Pío Cabanillas, que en aquel congreso de UCD en 1981 pronunció la mejor frase definitoria de lo que son las luchas internas de los partidos: “yo ya no sé si soy de los nuestros”. 

La izquierda ha tenido la fama en este asunto, pero lana se ha cardado en todos los lados: desde la pugna entre Soraya y Cospedal que acabó ganando Pablo Casado, hasta su propia defenestración por atreverse a dudar del hermanísimo que comerciaba con mascarillas. Tampoco estuvo nada mal la muerte y resurrección de Pedro Sánchez en Ferraz, que sería hoy un nombre olvidado si no fuera por ese invento democrático de las primarias internas.

 

Las izquierdas más escoradas merecen un capítulo aparte, porque la parodia de los Monty Python sobre los frentes populares, ya sean judaicos o de Judea, parece que se hubiera convertido en precepto de obligado cumplimiento y no una escena de la mejor comedia para semanas como esta. El penúltimo capítulo de este género es la controversia entre Yolanda Díaz y su proyecto para sumar a todas las izquierdas frente a la dirección de Podemos, que pretende que los procesos internos de ese nuevo espacio, amplio y poliédrico, tengan unas primarias en las que cada persona cuente y opine.

 

El panorama para este nuevo espacio político, que pretende aglutinar a toda la izquierda de la socialdemocracia, es ahora el de una fractura que ayudaría a abrir la puerta de La Moncloa a un gobierno de derechas sustentado por la ultraderecha. No será fácil desenredar una madeja que se complica día a día, con demasiadas declaraciones para marcar territorio y pocas posiciones que sirvan de puente. De momento el clima se va enrareciendo y nos queda por conocer si estamos ante un simple conflicto de poder o también lo es de proyecto.  

 

Si solo fuera de poder, esto se podría resolver con una buena mediación y con un diálogo más sincero y menos inmovilista. En el caso de que las fisuras apunten a proyectos diferentes, espero que tengan la suficiente agudeza como para darse cuenta de que en 2024 pueden encontrarse con dos posibles escenarios: poder sumar y seguir influyendo en el gobierno del país, o bien juntarse en las calles para protestar por las contrarreformas que esté tramando un ejecutivo presidido por Feijoo y con Abascal de ministro.

 

Para alcanzar el poder hay que sumar el número de votos suficientes. Para poder sumarlos habría que evitar perder los que ya se tienen. Imagino que eso será lo que tienen en mente todas las partes en conflicto. La dinámica de hacer más daño a los correligionarios que no son de tu cuerda con tal de no dar tu brazo a torcer, suele tener finales muy infelices. Si piensan en un panorama como el que apunto al final del párrafo anterior, estoy seguro de que lo intentarán arreglar: por su propio bien y por el de todas las personas a las que querrían seguir favoreciendo desde el gobierno. 


Publicado en HOY el 5 de abril de 2023









22 marzo, 2023

Mociones, censuras y mordazas

No sé si cuando lean estas letras ya se sabrá el resultado de la moción de censura para convertir a Ramón Tamames en Presidente. He seguido casi todas las mociones, desde la que presentó Felipe González en 1980 hasta la que triunfó en junio de 2018, cuando un Pedro Sánchez renacido mandó a Rajoy al bar mientras Soraya colocaba su bolso en el asiento de Mariano. Sin olvidar la de 1987, la que presentó el extremeño Hernández Mancha y, lejos de catapultarle al estrellato, motivó que Fraga regresara de su retiro gallego para poner orden.

Mientras explican su afecto o su rechazo a Don Ramón en la carrera de San Jerónimo, me he perdido buceando en la etimología de la palabra censura, luego he ido al diccionario más académico y he tenido que descender hasta la duodécima entrada para encontrar la que encaja con la expresión del día: moción de censura. Nadie ignora lo que es la censura a secas, ni lo que fue la censura previa. Tampoco la más sibilina de todas las censuras, aquella que nos aplicamos por temor a represalias o a consecuencias problemáticas. En el artículo 20 de la constitución escribieron que ninguna censura previa podría restringir la libertad de expresión, pero desde 2015 existe una Ley Orgánica 4/2015 de protección de la seguridad ciudadana, ideada por un ministro como Jorge Fernández Díaz, y que desde sus primeros trámites fue bautizada con el apelativo de mordaza.

La semana pasada, cuando se esfumaban el parlamento las posibilidades de una derogación o una reforma sustancial de esa norma, las organizaciones internacionales e independientes de Derechos Humanos clamaban contra la Ley Mordaza y también contra una “mordaza maquillada”, que no preveía eliminar sus aspectos más nocivos. En los cuatro primeros años de aplicación se impusieron 140.000 sanciones por “resistencia o negativa a identificarse” y “faltas de respeto a la autoridad”, donde la palabra de esa autoridad tiene presunción de veracidad frente a la de la ciudadanía, que ha de probar su inocencia. Esto último se complica si, además, la propia ley prohíbe difundir imágenes de actuaciones policiales, única prueba que le podría servir a una ciudadana de a pie para defenderse de un abuso de poder.

Podría seguir mencionando la negativa a suprimir las pelotas de goma, que tantos ojos han reventado y más de una muerte, pero quiero acordarme de quienes sufren la mordaza directamente para que no sepamos lo que ocurre: del periodista Pablo González, que sigue preso Polonia, o del fotoperiodista Javier Bauluz, aquel que recibió el Pulitzer por su imagen de una playa con veraneantes junto a los cadáveres de las pateras, y que fue multado por intentar captar las condiciones de quienes llegan en cayucos a Canarias.

La moción de hoy es lo de menos. Pero si no impedimos todas las censuras que imponen al periodismo y todas esas mordazas sin juicio y con sanción administrativa, se lo estaremos dejando todo muy fácil a quienes el año que viene podrían ser ministros de Justicia e Interior con mucha mano derecha, con mucha mano dura y con la misma ley que el actual gobierno no ha querido adaptar a los DDHH. Era fácil.

 

Publicado en el diario HOY el 22 de marzo de 2023




08 marzo, 2023

Esta tarde

Cada 8 de marzo recordamos los sufrimientos que las mujeres han padecido a lo largo de la Historia. En el siglo XIX sus protestas reclamando un trato justo y equitativo se reprimían con centenares de muertes y con intervenciones policiales, porque los sistemas políticos, económicos y patriarcales no se podían permitir que la mitad femenina de la población intentara reequilibrar la balanza de los derechos y privilegios que, por el mero hecho de haber nacido con cromosoma “Y”, ya le corresponden por defecto a la mitad varonil del planeta.

 

El siglo XX se fue abriendo paso y las mujeres comenzaron a poder votar en algunos países, a no ser esclavas de maridos que no siempre podían elegir y a conseguir derechos civiles que iban suministrándose con cuentagotas y en áreas geográficas muy concretas, porque el 75% de las mujeres del mundo viven hoy como aquí en el siglo XIX.

 

Durante milenios la violencia hacia la mujer formaba parte del paisaje y en España solo se empiezan a contar los asesinatos de violencia machista desde 2003, aunque cualquier visita a las hemerotecas nos desvela que no había semana sin clarísimos casos de feminicidios escondidos en las páginas de sucesos y dulcificados con la expresión exculpatoria de “crimen pasional”.

 

El 8 de marzo de 2018 todo cambió sustancialmente y sentimos que los sueños de igualdad eran factibles. Aquel día las calles de medio mundo fueron teñidas e inundadas con los colores del feminismo frente a un machismo incrustado en las raíces de nuestras sociedades y que no se quita ni con agua hirviendo. Ellas tomaron la palabra y una inmensa mayoría se sumó a la esperanza de que la igualdad se acercaba y la estábamos tocando con la punta de los dedos.

 

Han pasado solo cinco años desde aquella tarde en la que se vivieron las mayores manifestaciones que se recuerdan en la mayoría de nuestras ciudades y pueblos. Ahora nos cuentan que la sororidad vivida entonces no pasa por sus mejores momentos, ya que entre unos y otras han empezado a ensanchar las pequeñas grietas que siempre se producen entre los grupos humanos. Como le ha ocurrido a todas las grandes ideas y corrientes de pensamiento que han pretendido mejorar la vida de los seres humanos, el feminismo puede encontrarse hoy lejos de la inmunidad ante discrepancias, disidencias, escisiones y enfrentamientos.

 

Esta tarde muchas personas volveremos a pisar las calles nuevamente, porque a esta lucha por la igualdad le queda un largo camino por delante. Aquellos machistas que hace cinco años comenzaron a temer por sus privilegios hoy se frotan las manos al ver enfrentamientos entre postulados feministas.  

 

Ayer encontré en la hemeroteca un ejemplar de este periódico del 9 de marzo de 2018, donde las catorce primeras páginas estuvieron íntegramente dedicadas al éxito masivo de aquel 8M. Si mañana se habla más de división que de fortaleza, significará que el machismo ha encontrado un flanco para el contraataque y estaremos retrocediendo. Por eso creo que esta tarde sería un buen momento para replegar cada una de nuestras banderas particulares y desplegar todas aquellas que nos unen y que son muchas más. 

Nos vemos esta tarde.

 

Publicado en el diario HOY el 8 de marzo de 2023

 


 

¿Y eso qué tiene que ver?

A primera hora del lunes encontré una imagen en internet. Era una viñeta en la que un varón llega a casa anunciando que ...