26 septiembre, 2010

La clase trabajadora (XII)

Un interesantísimo artículo de Juan Torres López. Para seguir pensando, una de las pocas actividades gratuitas que van quedando en este mundo. No sabemos por cuanto tiempo.

Desde el mismo momento en que los sindicatos convocaron la huelga general del 29 de septiembre, los medios de comunicación, los periodistas y dirigentes de derechas, los economistas liberales... comenzaron a decir que no había razones para la convocarla pero a medida que se han ido explicándolas lo cierto es que han tenido que cambiar de discurso. Cuando ya se ha hablado con docenas de miles de trabajadores sobre la reforma laboral y mucha más gente sabe de verdad en qué consiste, no resulta tan convincente seguir diciendo que no hay razones para convocar una protesta contra ella.

Un conocido catedrático de Ciencia Política, Fernando Vallespín, reconocía hace unos días que la huelga tiene "una gran capacidad expresiva, ¡qué duda cabe!, e incluso puede ser bienvenida como muestra del rechazo a quienes nos hacen tragar con medidas injustas" (El País, 17-09-2010). Pero que "al día siguiente, sin embargo, todo seguirá igual".

Esa es la nueva manera de desactivar la huelga, decirle a los trabajadores y trabajadoras españoles que no vale la pena hacerla porque no va a servir para nada.
Es normal que cada persona tenga su opinión sobre los resultados que puede tener una huelga general pero lo sorprendente es que quienes afirman tan tajantemente que no va a servir para nada la combatan tan duramente. Si la huelga del día 29 no va servir para nada, si al día siguiente todo va a seguir igual ¿por qué se preocupan entonces tanto por ella, por qué gastan tanta tinta y tantos discursos en descalificarla? Si esta huelga es tan inútil, ¿a qué viene tanta crítica a los sindicatos por convocarla? Si es inocua ¿qué importancia tiene, por qué no dejan en paz a la gente que quiere hacerla si al día siguiente nadie habrá notado nada?

Hay mucha falacia en los argumentos de quienes tratan de desactivar la huelga de esta forma. Ya señalé en un artículo anterior (Hay razones para apoyar la huelga general) que no hay un solo derecho laboral o social que se haya regalado a los trabajadores, que no haya sido el resultado de luchas y de huelgas, y si eso lo sabe alguien bien son los militantes socialistas y de toda la izquierda. Si no se hubieran hecho, aún seguiríamos en las cavernas. Si a lo largo de la historia ha habido algo útil es la movilización social y las huelgas. Lo inútil hoy día, como antes en tantas ocasiones, sería dejar que se siguieran aplicando recortes a los derechos sociales y laborales sin decir nada. Y para defenderlos lo que hay que hacer es exactamente lo mismo que se hizo para conquistarlos: movilizarse y reclamarlos, ahora, mediante la huelga del día 29.

Es verdad que una huelga puede tener más o menos éxito a la hora de conseguir el resultado que se propone (echar atrás, en este caso, la reforma laboral), que unas huelgas han logrado sus efectos de modo inmediato y otras más tarde, pero las únicas huelgas completamente inútiles han sido las que no se han hecho.

Por eso es muy significativo que quienes descalifican la convocatoria de huelga se dediquen a criticar a los convocantes y no a poner en cuestión los argumentos que éstos utilizan para convocarla. Ahora resulta que la cuestión central es que los sindicalistas son unos privilegiados caprichosos y no los argumentos que plantean para convocar a los trabajadores. Porque, si llevan razón en sus demandas ¿no sería lo lógico que se unieran a ellas? Más bien se da a entender así que la verdadera preocupación de quienes rechazan la huelga es que se pongan en cuestión las medidas que se están adoptando y por ello que no se dedican a hablar de ellas sino a evitar que tenga éxito su puesta en cuestión.

Pero es precisamente por eso que cualquier huelga es útil incluso aunque no alcance el objetivo concreto que persiguiera. Es útil porque en la convocatoria se habla con millones de personas que se informan, que toman conciencia y que se pronuncian.

Es una significativa casualidad que quienes tanto critican la convocatoria sean precisamente los responsables de las programaciones televisivas, los que diseñan la agenda del debate social en la que ocupan un lugar tan marginal las cuestiones laborales y sociales y en el que apenas tienen sitio los que no defienden sus posiciones. Si están tan seguros de que la huelga no tienen razones y es inútil, ¿por qué no dedican más tiempo a informar y debatir con pluralidad de las políticas que se están aplicando?

También se afirma que la huelga será inútil porque el gobierno no cambiará de postura. Una razonamiento que realmente parece surrealista que se haga en un país que tiene un presidente que antes incluso de tomar posesión como tal ya había dado la orden de retirar las tropas de Irak precisamente para responder a la movilización social que lo pedía constantemente. ¿Acaso habría podido hacer eso José Luis Rodríguez Zapatero sin la presión anterior de millones de personas en las calles?

Choca mucho que los que salen a la calle y llaman a la gente a salir para otras cosas digan que es inútil que sean los trabajadores quienes lo hagan para defender sus derechos ¿No es bastante evidente que saben que eso no es inútil sino todo lo contrario, que temen que lo hagan porque saben que así antes o después lograrán evitar que se tomen esas decisiones?

Quienes descalifican la huelga están diciendo constantemente que se trata de una convocatoria caprichosa de los sindicatos. A mí me parece extraño que intelectuales y líderes sociales tan brillantes y bien formados no aborden la huelga como lo que efectivamente es: un derecho de los trabajadores. ¿Se atreverían a decir en otros casos que se abusa del derecho a la libertad de expresión o a la libertad de empresa cuando éstos simplemente se ejercieran por los interesados? Si la convocatoria de huelga es legal y ajustada a las normas, ¿cómo se puede decir que es inútil? ¿acaso el ejercicio de los derechos está supeditado a su utilidad? ¿Cómo es posible que el problema sea que unos ciudadanos quieran hacer uso de un derecho y no que otros más poderosos los acosen por ello o que incluso intenten quitarle ese derecho, como han anunciado algunos dirigentes del Partido Popular? ¿Cómo es posible que el problema de un país sea el ejercicio de un derecho y no las declaraciones de Jiménez Losantos ("Interior debería mandar a la Policía a clausurar las sedes de CCOO y UGT").

Se afirma también que la huelga solo será útil para disminuirá la confianza en el país, lo que sin duda supone confundir el todo con la parte. En todo caso, y no necesariamente, disminuirá la confianza en España ¡de los banqueros y especuladores! Pero la pregunta es si basar el desarrollo económico y el social en esa exclusiva confianza es lo más deseable, sobre todo, después de haber podido comprobar a dónde llevan sus designios cuando, como en los últimos años, no se les ha puesto freno y no ha habido frente a ellos contrapoderes suficientes.

Es curioso este tipo de argumentario. La experiencia demuestra que los gobiernos por sí solos no son capaces de poner frenos al capitalismo especulador y cuando la ciudadanía se hace fuerte para que los gobiernos puedan ponerle límite regulando de otra forma su actividad, se dice que ésta movilización es inútil. ¿En qué quedamos? ¿No ha sido mucho más inútil en realidad la política de los gobiernos para evitar la hecatombe financiera que hemos vivido?

También se dice que convocando la huelga, lo que hacen los sindicatos y la izquierda que la apoya es "ignorar a los mercados", como también critica Vallespín. Un argumento falaz. Lo que hacen al convocarla, por el contrario, es tenerlos muy presentes aunque para tratar de ponerlos en su sitio, para hacer que se sometan a las demandas sociales evitando que éstas sigan siendo sus esclavas. Precisamente porque no se ignoran y se sabe muy bien cómo funcionan es por lo que se tiene el convencimiento de que hay que controlarlos. Y justo porque se conoce la historia de los mercados se sabe que no hay forma de hacerlo que no sea mostrando la fuerza de la sociedad frente a quienes los dominan en su propio provecho.

También me parece muy débil el argumento de que la huelga del día 29 "deslegitima a un Gobierno de izquierdas", como igualmente escribe Vallespín.

Como tal, lo deslegitima más bien la privatización y bancarización de las cajas de ahorros, el freno que el propio gobierno ha puesto a los avances en las políticas de igualdad, el recorte del gasto social o esta reforma laboral sobre cuyo objetivo ni siquiera se ponen de acuerdo quienes la defienden, seguramente, porque saben que lo que realmente va a provocar es indefendible.

La huelga, en todo caso, deslegitima a esas políticas que son claramente de derechas, no solo por antisociales, que lo son, sino porque son contrarias a lo que conviene hacer para salir de la crisis, para recuperar la actividad económica, para crear empleo y para lograr más equidad y bienestar social. Por tanto, la huelga no deslegitima a un gobierno de izquierdas sino que precisamente trata de facilitar que lo sea efectivamente.

Es una evidencia que el partido socialista ha ido perdiendo apoyo a medida que ha ido tomando medidas de esa naturaleza, así que la huelga no es lo que lo debilita sino todo lo contrario, lo que puede lograr que recupere apoyo si recobra su pulsión social y su práctica socialdemócrata. Lo que ha deslegitimado al gobierno ante su electorado es su falta de credibilidad por haber seguido los análisis de quienes ahora atacan a la huelga y un giro a la derecha que no estaba en el contrato que firmó con sus electores y que es justamente lo que la huelga general trata de corregir, lo que permitiría que el gobierno recobre el perfil socialdemócrata que ha ido perdiendo a pasos agigantados y que tan necesario ha sido y es para que el progreso social se consolide en nuestro país.

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