Cuenta Eduardo Galeano la historia de unas personas que iban a ser comidas por caníbales. Les preguntaron de qué manera y con qué aderezos querían ser cocinadas, a lo que respondieron que, simplemente, no querían ser devoradas de ningún modo. Pero eso estaba fuera de toda cuestión. Son muchas las veces en las que creemos tener el mundo en nuestras manos, con nuestra dosis de poder envuelto en celofán democrático, y en el fondo estamos eligiendo la salsita con la que nos van a engullir. José Sócrates iba el miércoles al parlamento portugués a que le dieran el visto bueno a su cuarta receta, pero los diputados, quizá obligados por una población que ya se ha echado a la calle en varias ocasiones, han dicho que nones, que si finalmente se los van a merendar los mercados, no les hagan pasar el trágala de elegir los condimentos. Se da por sentado que las fieras del capital están hambrientas y que se van a zampar a la pieza más débil. Si nos encargamos de engordarla, limpiarla y aderezarla, les estaremos haciendo un favor a quienes provocaron la crisis y se están aprovechando de ella. Los que maquinan para que la deuda portuguesa se pague al 8% saben que la debilidad de unos llena de dividendos otros bolsillos. Stéphane Hessel, a sus 93 años, ha vendido un millón de libros en Francia apelando a la indignación ciudadana, pero me temo que el formol del fútbol y la telebasura nos tiene desactivados. Uno tiene la esperanza de que una coalición internacional cree espacios de exclusión para las dictaduras de las mafias bursátiles y empiece a ayudar humanitariamente a los rebeldes.
Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 28 de marzo de 2011.
Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 28 de marzo de 2011.
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