27 febrero, 2012

La escuela al revés


He comprado ya varios ejemplares de un libro de Eduardo Galeano que tiene el subtítulo de La escuela del mundo al revés. Es el presente más socorrido para regalárselo a quienes están hartos de las explicaciones oficiales de cómo funciona el mundo. Galeano recoge en forma de manual una especie de tratado sobre valores imperantes como la injusticia, el miedo o las desigualdades. Nos están enseñando todo al revés: la semana pasada supimos que podrán ser sostenidos con fondos públicos los colegios en los que se discrimine. Han empezado con el criterio del sexo, separando a chicos y chicas, como si la escuela fuera el lugar donde solo se instruye, sin enseñar también a convivir. Una vez abierta esta puerta, pocos argumentos habrá cuando se quieran hacer diferencias en función de la religión, la raza o el poder adquisitivo de los padres. Mientras tanto, a los jóvenes en Valencia se les reparte jarabe de palo por meterse en líos y preocuparse por la calidad de la enseñanza que reciben. Pocas veces veremos antidisturbios traídos desde otras ciudades y guiados desde un helicóptero para vigilar a los jóvenes que ingieren alcohol un viernes, pero que no se les ocurra saltar a la calle y llamar la atención de la sociedad por la precariedad de la educación. Todavía tengo en mis ojos la imagen de un chaval de unos 14 años, despistado y aparentemente pacífico, que se encontró con las gafas rotas por el golpe de un policía que no merece seguir siéndolo. Si seguimos así, estos jóvenes acabarán dudando de la legitimidad de esta democracia, que parece que los prefiere sumisos antes que con sentido crítico.

Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 27 de febrero de 2012.

20 febrero, 2012

No va conmigo


Hay gobernantes y legisladores que aprueban normas con la certeza de que nunca se van a ver afectados por ellas. Nos vamos enterando de los detalles de la nueva legislación laboral y llegamos a la conclusión de que quienes han ideado el decreto viven en un mundo diametralmente diferente al de los mortales. En esta crisis, como en casi todas, la diferencia está en que hay unos que están malviviendo y con angustia, frente a otros que no han visto que nada cambie sustancialmente: pueden ir a los mismos restaurantes, alojarse en mejores hoteles y viajar en primera clase. Son como castas superiores que no necesitan salir a la calle, ni gritar, ni hacer pancartas, ni arriesgarse a correr bajo las porras y pelotas de goma cuando hay algo que les disgusta, porque siempre tienen a mano el teléfono de alguien muy influyente que se lo solucionará. Aristócratas con más prebendas que en el siglo XVI, que justifican que los ex presidentes cobren 80000 € anuales del erario público y cientos de miles asesorando a empresas del sector energético, mientras que a los nuevos parias se les despoja incluso de parte de la prestación por desempleo. Guindos ya había dicho que la reforma sería extremadamente agresiva y hay que agradecerle que, por una vez, sea hombre de palabra. La agresividad no irá contra los suyos ni contra la gente con la que se codea todos los días. “Esto no va conmigo”, dirá mientras toma canapés. Lo peor de todo esto será que aquellos a los que la reforma les va a modificar la vida, que son millones, crean ser de la casta del ministro o de Joan Rosell y piensen que todo esto tampoco va con ellos.

Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 20 de febrero de 2012. 

13 febrero, 2012

Cerca y lejos

El jueves pasado, cuando se conoció la sentencia condenatoria a Garzón, pudimos percibir el abismo existente entre lo que todos esperábamos por aquí y la perplejidad de quienes nos ven desde la distancia. Tras la absolución de Camps por lo de los trajes de la trama Gürtel y la inhabilitación del juez por las escuchas a los abogados, a nadie se le escapa que los juicios sobre el franquismo y sobre los cursos impartidos en Nueva York acabarán por similares derroteros. Casi se podría decir que las sentencias están redactadas y firmadas. Dar una vuelta por la prensa nacional y extranjera, leyendo artículos y comentarios, nos sirve como ejercicio imprescindible para comprender qué ha pasado y qué sigue ocurriendo en España, donde los corruptos y apologetas del fascismo siguen carcajeándose de quienes, tal vez equivocadamente, intentan que quienes han causado un daño objetivo sean castigados. La prensa nacional reproduce fielmente las dos Españas de Antonio Machado, mientras que los periódicos de medio mundo, casi unánimemente, continúan sin dar crédito a lo que aquí está ocurriendo. Los más torpes dirán que desde lejos no se puede entender lo que aquí ocurre, y los más sensatos responderán que es precisamente esa lejanía la que permite observar todo ecuánimemente y con perspectiva. No hay esperanza de que nada cambie aquí: antes pasará un camello por el ojo de una aguja que un poderoso por una celda de castigo. No nos queda ni París. Tan solo Estrasburgo para, dentro de unos años, abochornar a los que brindan hoy para que la corrupción y los crímenes de lesa humanidad de Franco permanezcan impunes.  


Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 13 de febrero de 2012.

06 febrero, 2012

Ideas sin estrenar




A mediados de los 90 me subscribí con unos amigos a Le monde diplomatique. Compartíamos el mismo ejemplar y lo comentábamos en una época en la que no teníamos todavía internet y eran escasas las posibilidades de leer algo diferente al pensamiento único en lo económico y en lo político. Recuerdo cuando tuvimos la primera noticia sobre la Tasa Tobin e incluso pensamos en crear un grupo de apoyo a ATTAC en Extremadura. No eran tiempos fáciles para venir con ideas nuevas a un mundo en el que casi todo estaba marcado de antemano por los grandes arquitectos, y donde la capacidad de elección del ciudadano se reducía a elegir la tonalidad de la pintura sin salirse de la gama indicada.  Mientras empezaban a organizarse las primeras manifestaciones en busca de otro mundo posible, las ideas altermundistas recibían palos en Seattle y disparos como el que se llevó la vida de Carlo Giuliani, en Génova, durante el verano de 2001. James Tobin, un keynesiano que murió hace 10 años, estaba un tanto contrariado por el hecho de que una idea suya de 1971 estuviera siendo enarbolada por los movimientos más revolucionarios del nuevo milenio. Pero ha sido tan vertiginosa esta última década, que un hombre tan poco sospechoso de izquierdista como Sarkozy se apunta a sacar del baúl de los recuerdos esta idea de tasar con un 0,1% las transacciones especulativas. Al final va a tener razón quien dijo que los utópicos, más que locos, son simplemente adelantados al tiempo que les tocó vivir. Habrá quien piense que la tasa Tobin es una vieja ocurrencia de más de 40 años, pero no es menos cierto que está sin estrenar.

Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 6 de febrero de 2012.

Un mundo en guerra

Un periódico de la capital anunciaba el pasado domingo que Europa se estaba preparando para un escenario de guerra. La palabra escenario es ...