12 marzo, 2012

Ver y existir


Las ordenanzas municipales de Barcelona establecen multas de hasta 500 euros para aquellas personas que duermen en la calle. A ninguno de los que redactó la norma se le ocurrió un razonamiento bastante simple: si alguien pernocta en la intemperie es porque no tiene 500 euros y, en el caso de llevarlos en el bolsillo, se podría pagar una cómoda habitación de hotel. Tampoco pensaron que una amenaza de ese tipo funciona cuando hay algo que perder y, desgraciadamente, los que carecen de techo no temen que les quiten nada. También supimos hace unos meses que rebuscar en la basura de Madrid se sanciona con la suma de 750 euros, cantidad con la que se puede entrar en un supermercado y llenar unos cuantos carritos de compra sin mancharse y aguantar malos olores. Tras ver estos dos ejemplos, uno ya no sabe si estamos regidos por un batallón de torpes o por los más listos, los que creen que la mejor manera de eliminar a indigentes y pobres es cobrándoles precisamente a esos mismos, a los que nada tienen. A simple vista parece un ejercicio de rizar el rizo, algo así como pretender que los que sufren una vida miserable acaben por ser los que financien los desaguisados de los poderosos. Ante todos estos despropósitos uno se pregunta si no estaremos padeciendo una epidemia de difícil curación, que provoca que sea más molesta la visión de la desgracia que su propia existencia. Da igual que exista gente que no tiene casa para dormir, pero que no la veamos a nuestro alrededor. Difícil futuro el de una humanidad que prefiere no ver lo que ocurre para convencerse de que no existe.

Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 12 de marzo de 2012.

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