07 enero, 2013

Perdiendo el tren


Hace ocho años que empecé a usar el tren a diario. Mi primer abono mensual entre Badajoz y Mérida me costó 65 € y el de este mes 99 €. En ocho años ha aumentado más de un 50% y los salarios no lo han hecho en la misma medida. Tampoco ha mejorado el servicio en consonancia con esa subida aunque, para determinados trayectos, el tren funciona en Extremadura un poquito mejor de lo que la gente cree. De hecho, se ven caras de asombro cuando le cuentas a alguien que usas ese medio a diario en lugar del coche o autobús. Ahora nos dicen que se podrían suprimir hasta 14 trenes en la región porque no alcanzan un 10% de ocupación, pero nadie se hace la pregunta clave: ¿Qué condiciones de horarios, rapidez, comodidad y precio tienen nuestros trenes para que no lleguemos ni siquiera ese mísero porcentaje? No voy a responder a esa pregunta ni aburrirles con datos tan impactantes como que en Extremadura no hay ni un solo km. electrificado, mientras que España hay catenarias de más de 60 años. Por establecer una comparación, es como si aquí nos siguiéramos comunicando con telegramas en plena era de internet. Pero la deuda histórica con nuestros caminos de hierro no es excusa para que no se pudieran hacer mejor algunas cosas: en Extremadura no hemos desarrollado conceptos como el de intermodalidad, no hay coordinación con los transportes urbanos de cada localidad para trasladar a los usuarios del ferrocarril hasta sus puestos de trabajo, centros hospitalarios o educativos, y en algunas ciudades ni hay bicis públicas en las estaciones, ni las pueden usar los forasteros. ¡Qué lejos nos queda Europa en este asunto!

Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 7 de enero de 2013.

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