04 noviembre, 2013

Cuestión de sujetos


 
Hay temas candentes que uno intenta evitar en estas columnas. Y no es por miedo a ir a contracorriente, algo a lo que algunos estamos muy acostumbrados, sino por la dificultad de explicar asuntos complejos en poco más de doscientas palabras. Meterse en el berenjenal de la configuración del Estado y de las aspiraciones independentistas de algunos territorios es cuestión peliaguda, especialmente si eres de los que piensas que el derecho a la autodeterminación no es sólo aplicable a antiguas colonias sino a otros muchos sujetos de decisión. Y es precisamente ahí donde parece que se encuentra uno de los escollos de nuestra tragicomedia sobre la unidad de la patria, un problema gramatical sobre si el sujeto debe ser un singular colectivo o una primera persona del plural. Pero antes de abordarlo ya hay quienes se apresuran a evitar consultas democráticas, una estrategia muy hábil para deslegitimar formalmente cualquier voluntad popular que pudiera ser contraria a determinados intereses.

Pero volvamos a la espinosa cuestión de quién debe decidir sobre el futuro común o independiente de un territorio. ¿Es realmente democrático que la decisión tenga que ser tomada por el conjunto del Estado? ¿Sería esta opción comparable con la que la monarquía marroquí defendía para resolver su conflicto en el Sáhara Occidental? ¿O más bien es como si para divorciarse se tuviera que lograr la mayoría absoluta de toda la familia y no bastara la voluntad propia? En estos asuntos, como en otros similares, siempre es peor atar a la fuerza a quien no desea estar con nosotros que convivir amigablemente pared con pared.

Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 4 de noviembre de 2013.

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