19 mayo, 2014

Europa, Europa

Así se titulaba una magnífica película del año 1990 en la que se contaban las peripecias de un judío que se hizo pasar por ario. Europa, aunque no siempre haya que repetir su nombre como en aquel largometraje, está más cerca de lo que creemos. El domingo nos convocan a que elijamos a nuestros representantes en Estrasburgo y creemos que estos comicios son los últimos en el escalafón, puesto que los que más influyen en nuestras vidas son los locales, regionales o estatales. Y quizá no nos damos cuenta de que los gobiernos centrales, autonómicos o ayuntamientos tienen poco margen de maniobra cuando desde Bruselas ya te han marcado las líneas que hay que seguir.

Pero el desconocimiento que existe sobre la política es cada vez más generalizado y estoy seguro de que un altísimo porcentaje del electorado ignora la existencia de Juncker, Schulz, Verhofstadt, Tsipras o Ska Keller. El jueves pasado no vi ni un solo minuto del encuentro televisivo de Cañete y Valenciano, que por lo visto acabó siendo un festival de reproches domésticos. En cambio, sí seguí el debate que esos cinco nombres raros tuvieron en Bruselas. Y aunque su formato no permitía profundizar en casi nada, sí me sirvió para darme cuenta de que hay más de dos maneras de ver Europa y que no estaría de más, por lo menos, escucharlas. La película Europa, Europa comienza la trágica noche de los cristales rotos, un episodio histórico que deberían conocer todos nuestros escolares y también la gente de más edad, porque quizá el domingo que viene tenga que ser el primer día de una lucha para desterrar a algunos fantasmas que van haciendo sonar sus cadenas por el viejo continente.

Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 19 de mayo de 2014. 

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