Pequeñas corrupciones

Lamento defraudar a quienes pensaban que hoy iba a dedicar unas palabras al asunto que en Extremadura -y en el resto de España- no hace más que ocupar espacio en tertulias, entrevistas y reportajes especiales. Pero llevaba varias semanas discutiendo sobre los casos de corrupción que nos rodean y tuve noticias de una curiosa campaña iniciada en Brasil, un país asolado por ese mismo mal desde hace décadas y que ni Lula da Silva ni Dilma Rousseff han sabido atajar. El cartel de dicha campaña es una exhortación a reprochar moralmente las pequeñas corrupciones del día a día. En él se mencionan acciones tan triviales como colarse en el supermercado, pedir un informe médico falso, copiar en un examen o apuntarse el éxito de un colega de trabajo. La lista podría continuar y haber mencionado acciones como comprar productos falsificados, piratear películas o la televisión de pago, saltarse el peaje por el lugar reservado al pago electrónico, pasarle tu seudónimo a ese amigo que es jurado de