No me gustan demasiado las
cifras y evito hacer valoraciones numéricas siempre que me permitan expresarla
de forma más extensa y razonada que con unos guarismos escritos en rojo. Sin
embargo, de vez en cuando hay algunos números que se te cuelan en la vida y te
tienes que parar a pensar un rato en ellos.
Algo así me ocurrió hace unas semanas, cuando
andaba navegando por la red y tuve que buscar algo relacionado con ordenadores
y Extremadura. Entre los resultados de la pesquisa me encontré con algunas
noticias de 2003 en varios periódicos y que se referían a la instalación en
todas las aulas de secundaria de la región de 45.000
ordenadores por valor de 61 millones de euros. Reconozco que ya me había
olvidado por completo de aquella historia, que tuvo su hueco hasta en
el Washington Post, y que me
parecía casi del pleistoceno. No pude dejar de preguntarme qué habría sido de
todos aquellos ordenadores, si mereció la pena el gasto, si se les sacó el
mejor de los provechos, si estarán todavía en uso o forman parte de las
toneladas de basura cibernética que amenaza con extenderse como el camalote en
el Guadiana.
Mientras buscaba un
documento con una exhaustiva evaluación de aquella idea del ordenador por cada
dos alumnos, que cambió la fisonomía de las aulas y que nos iba a convertir en
los líderes mundiales de la cuarta revolución industrial, encontré una tabla
estadística con el número de víctimas de la violencia de género desde ese
fatídico año 2003. Son ya 761 mujeres las que han sido asesinadas por sus
parejas y me temo que las cifras han dejado de impresionarnos, que solo
conseguimos hacernos una idea de la magnitud de este drama mediante comparaciones
que siempre son odiosas: en apenas 14 años el machismo ha causado tantas
muertes como ETA desde la aprobación de la Constitución, hace 38 años.
Observo unos instantes la
tabla y me doy cuenta de que tras la aprobación de la ley contra la violencia
de género en el año 2008, en el que murieron 76 mujeres, se produjo al año
siguiente un ligero descenso en el número de víctimas que con el tiempo se ha
ido desbaratando. En lo que llevamos de año son ya 17 las víctimas y, si
seguimos con este macabro ritmo, al final de año podríamos superar todos los
récords desde que se empezaron a contabilizar a la víctimas de violencia de
género, que fue muchos años después de que ellas fueran actrices secundarias de
los llamados crímenes pasionales narrados por un periódico llamado ‘El Caso’.
Hoy es 8 de marzo, un día
en el que se hablará de las mujeres y en el que quizá deberíamos plantearnos si
estamos valorando las políticas como es debido, si hacemos un seguimiento de
los resultados obtenidos, si estamos al tanto para rectificar desaguisados y si
asumimos responsabilidades cuando las cosas se hacen rematadamente mal. Porque
no evaluar errores nos está costando demasiadas vidas.
Publicado en HOY el
8 de marzo de 2017
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