Cuando
uno se acerca al fichero de una biblioteca suele ir buscando un autor, un tema
o incluso un título bien conocido. Son pocas las ocasiones en las que uno se
deja guiar por un título sugerente, sin saber si ya se ha publicado o todavía
anda a la espera de quien lo escriba. Un sinfín de circunstancias me hizo
teclear “El sentido práctico de la vida”, con la esperanza de hallar un manual,
una obra de autoayuda, una novela aburrida, una tesina de psicología o un
poemario de ripios. Lo más parecido que encontré fue la mítica película “El
sentido de la vida” de Monty Python y una sesuda obra de Pierre Bordieu que se
quedaba en “El sentido práctico”, pero me temo que juntando las dos obras no
obtendré lo que voy buscando.
Así
que, de momento, no hay nada publicado para solventarnos muchos de los
problemas con los que tenemos que lidiar y que, en más de una ocasión, se
resuelven con algo tan simple como no complicar lo fácil. El mundo está lleno
de asuntos de muchas aristas, con raíces profundas y con ramificaciones por
todos los lados, de ahí que sea imprescindible un aprendizaje colectivo que nos
permita ser más eficaces, más prácticos, más directos y menos burocráticos.
Lo
que algunos buscamos en el sentido práctico de la vida es que las reuniones no
se hagan eternas y vayan al grano, que los discursos no sean palabrería vacua,
que no sean necesarias toneladas de papeles para asuntos simples, que no tengamos
que poner tantos filtros y tantos controles para evitar corruptelas, porque significará
que nos sobra ética a raudales para poner por delante de cualquier tentación.
En
esta carrera de complicar lo sencillo podemos acabar siendo víctimas de
nuestros propios monstruos: los profesores se quejan de que cada vez tienen que
resolver más burocracia en lugar de dedicarse a enseñar, por no hablar de los
trabajos en los que contar y reportar lo que se lleva a cabo requiere casi
tanto tiempo y tanto esfuerzo como el trabajo en sí mismo.
Pero
si hay algo que me demuestre la desmedida que ha alcanzado nuestra falta de
sentido práctico de la vida es cuando nos enteramos de que la Audiencia
Nacional, un tribunal excepcional que debe protegernos frente a los mayores
crímenes y las mayores amenazas de nuestra sociedad, está perdiendo el tiempo
analizando si los chistes que alguien ha escrito en los últimos años suponen un
enaltecimiento del terrorismo. Alguien me contaba que es como si en el mejor
quirófano del más moderno hospital se estuvieran dedicando a quitar el dolor de
cabeza causado por la resaca.
Hubo
un tiempo en el que admiraba a quienes sabían resolver las situaciones más
enrevesadas. Hoy, en cambio, creo que el mayor de los héroes es aquel que, sin
caer en la simpleza, se dedica a no complicar las cosas más de lo que están: el
sentido práctico de la vida.
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