24 enero, 2018

Noticias falsas

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Parece que una de las grandes preocupaciones de los gobernantes de muchos países es la proliferación de noticias falsas, esas que los ingleses llaman fake news. Salvo algún personaje que quiera crearse (y creerse) un mundo paralelo y de ficción, imagino que todo el mundo preferirá que le cuenten las cosas tal y como han ocurrido, sin mensajeros que tergiversen, inventen o manipulen los hechos. Así que en unos tiempos en los que es difícil lograr la unanimidad, parece que está fuera de toda duda la bondad de la verdad a la hora de elaborar y difundir la información.



Tampoco es ninguna novedad que la mentira y la manipulación son tan antiguas como la propia humanidad, e incluso sabemos que algún político e historiador romano ya narraba las guerras magnificándose a sí mismo y ocultando sus propios fracasos. Me temo que va a ser difícil poner puertas al campo a la capacidad que hoy existe para propagar cualquier cosa, incluso la más inverosímil, e imagino que todos habremos recibido ya mensajes de amigos a los que les han colado malintencionadas noticias inventadas o bromas benignas para echar unas risas. Quizá la solución no vaya a estar tanto en intentar censurar lo imposible como en repartir sentido crítico a raudales y enseñar a la gente a distinguir fuentes fiables de las que no lo son. No cabe duda de que una de las mejores herramientas para defendernos de las informaciones falsas es la existencia de un periodismo serio y honrado, que no tenga más ataduras que cumplir con unos códigos éticos. Lástima que, en ocasiones, el que paga es el que manda y esos códigos pasen a un cuarto o quinto plano en el mejor de los casos.



La historia más reciente está plagada de fakes de todo tipo: desde la guerra de los mundos de Orson Wells hasta al reportaje sobre el 23F de Jordi Évole, pasando por el cormorán impregnado de petróleo y que juraban que era obra del malvado Saddam y resultó ser víctima del petrolero Exxon Valdez. La diferencia entre el pasado y el presente es que antes las noticias falsas estaban en manos de gobiernos y de un centenar de dueños de medios de comunicación, mientras que ahora hay cuatro mil millones de seres humanos con un teléfono en el bolsillo y con la capacidad de propagar en 24 horas que la candidata presidencial dirige una red de trata de seres humanos desde la trastienda de una pizzería.



Si preocupante es la proliferación de “hechos alternativos”, que así es como llamó a las mentiras una asesora de Trump,  no lo es menos el intento de atenazar la libertad de expresión aprovechando el paso de este Pisuerga. Me inquieta que ahora pretendan ponerse firmes con un tuitero que imita a los de www.elmundotoday.com aquellos mismos que abrieron el telediario con una caída de árbol en Holanda, el mismo día que el principal imputado de la Gürtel cantaba La Traviata.

Publicado en el diario HOY el 24 de enero de 2018.


10 enero, 2018

Islandia

Me gustaría conocer Islandia y recorrer sus paisajes durante un luminoso mes de junio. Sabemos muy poco de ese país: tiene la mitad de los habitantes de la provincia de Badajoz y le plantó cara a los banqueros corruptos y a los causantes de la crisis como nadie supo hacerlo en el resto del mundo. La semana pasada volvió a las noticias por la aprobación de una normativa que pretendía hacer efectiva la igualdad de salarios entre mujeres y varones.



Y no es que en Islandia acabe de morir el último rey vikingo de la edad media, puesto que esa igualdad teórica ya estaba amparada en la legislación desde hace varios años. Lo que ha ocurrido es que se han dado cuenta de que lo que está en los papeles no había bajado a la realidad y no se plasmaba en cada nómina. Imagino que en ese país se habrán acostumbrado a hacer algo que deberíamos copiar y que consiste en evaluar las leyes o los proyectos cuando llevan cierto tiempo en vigor. De nada sirve tener los decretos mejor redactados del mundo si no hay manera de ponerlos en marcha o garantizar su cumplimiento.



¿Es generalizado ese incumplimiento de las leyes? Evidentemente no. Todo depende de quien sea el beneficiario o el perjudicado. De todos es sabido que la ley del embudo suele tener la boca muy ancha para los que están arriba y que se estrecha muchísimo en la parte de abajo. Solo así se explica que supremos y altísimos tribunales se reúnan hasta en domingo cuando hay que sacar adelante determinados asuntos, mientras que los artículos que garantizan derechos humanos fundamentales (y escritos con tinta en las Cartas Magnas) no hay manera de que se puedan hacer efectivos porque son considerados declaraciones de intenciones que no se pueden seguir al pie de la letra.



A veces no se sabe qué es peor, si la rabia de no tener derechos o la humillación de tenerlos reconocidos y no poder disfrutarlos. En Alemania acaba de tener que promulgarse una ley que permitirá a las mujeres comprobar si sus compañeros de trabajo cobran más realizando las mismas labores, mientras que la corresponsal de la BBC en China ha tenido que denunciar en su propio medio de comunicación la disparidad salarial que (casi) siempre se inclina en perjuicio de ellas.



Comienza 2018 y lo hace con cierta esperanza. Oprah Winfrey nos hablaba durante la entrega de los Globos de Oro de un nuevo día en el horizonte y quizá ese día no nos traiga la belleza espectacular de las auroras boreales de las tierras de Islandia, esas que todo el mundo dice que hay que ver al menos una vez en la vida. Preferiría no verlas jamás si, a cambio, en cada lugar del mundo desterráramos para siempre los machismos, las violencias que generan, las desigualdades, las discriminaciones, los menosprecios, los acosos y las injusticias que sufren y han sufrido nuestras madres, hijas, hermanas y compañeras. No es poco.

Publicado en HOY el 10 de enero de 2018.



Un mundo en guerra

Un periódico de la capital anunciaba el pasado domingo que Europa se estaba preparando para un escenario de guerra. La palabra escenario es ...