01 julio, 2020

Forma parte de nuestra cultura



Cuando tuve que estudiar metodologías didácticas para la enseñanza de idiomas me quedé prendado con algunos artículos de una profesora de español de la escuela oficial de idiomas de Barcelona. Lourdes Miquel hablaba de lo importante que es el componente cultural en la clases de lengua, porque muchos de los contenidos necesarios para comprender lo que se dice es entender el contexto y un sinfín de elementos culturales y sociales que tenemos interiorizados. 



Da igual que tengas que aprender checo, swahili o portugués, será imprescindible conocer sus rituales, sus convenciones sociales y las costumbres de la vida diaria. Incluso los gestos que creemos más universales pueden conducirnos al error, porque en Bulgaria asienten o niegan con distintos movimientos de cabeza que nosotros.



Releyendo otras páginas relacionadas con este tema, me encontré con unas cuantas dedicadas al comportamiento proxémico, un palabro que refiere a un asunto que vuelve a estar de actualidad en estos tiempos en los que el espacio vital es un artículo de primera necesidad. Los japoneses ya estaban acostumbrados a saludar inclinando medio cuerpo y a cuatro metros de distancia, pero para los pueblos que se bañan en el Mediterráneo, donde era costumbre hablarse a un palmo de la cara y con muchos decibelios, la nueva normalidad y eso del distanciamiento va a costar un poco más de lo que se pensaba.



Establecer qué cultura o qué modo de vida es mejor o peor es un ejercicio que no va a ninguna parte. Lo importante no está en escudriñar si es preferible la hospitalidad de los árabes o el respeto al medio ambiente de los nórdicos o ese hablar silencioso que tienen los vecinos portugueses. Lo que nos enriquece es mantener los ojos abiertos y las orejas desplegadas para apreciar y deleitarnos con las diferencias de los demás, las de quienes regalan flores en número impar cuando pretenden enamorar o en número par cuando dan el pésame, las de quienes se dan dos besos en cada presentación o las de quienes se dan la mano y poco más.




Pero estos tiempos nuevos también nos deberían servir para desterrar algunos usos y costumbres que no habría que dejar pasar con el salvoconducto de que forman parte de nuestra cultura. Ayer me enviaba una amiga unas fotos de la ciudad en la que vivo con restos de comportamientos incívicos, por no hablar de las mascarillas que uno se va encontrando tiradas por las calles en cualquier paseo. Eso no forma parte ni de nuestra cultura ni de nuestra manera de ser sino que son un lastre que tenemos que soportar desde hace tiempo. Quien no cuida lo que es común y de todos con más cariño y esmero que si fuera propio, es porque carece del mínimo de civismo necesario.



No sé si el optimismo es también un componente más propio de unas culturas que de otras. Algunos tenemos la esperanza de que lo vivido y lo sufrido nos haga ser más cuidadosos con todo y con todos los que nos rodean Y me encantaría que lo asumiéramos de tal manera, que pasase a formar parte de nuestra cultura. No pido demasiado.

Publicado en HOY el 1 de julio de 2020 



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