26 agosto, 2020

Clases en septiembre


Ayer en la contraportada de este periódico entrevistaban a Javier Mur, un joven maestro de Monzón (Huesca) que recibió hace cuatro años un premio por la manera en que resolvió un problema surgido en su grupo de 4º de primaria. Guillén era un alumno que tenía cáncer, estaba recibiendo tratamiento y no podía ir a clase por tener las defensas muy bajas, pero con la implicación de todos consiguieron que el compañero salvara el curso y la vida.



En septiembre estrenan una película basada en esta historia y también volverán a llenarse las aulas. Al olor a libro estrenado y a goma de borrar recién comprada, se añaden hoy preocupaciones similares a las que Javier Mur tuvo que afrontar en su día: habrá que tener cuidado con todo, no tenemos claro cómo lo vamos a hacer y mil preguntas sin contestar y que, como decía Eduardo Galeano, quizá nos las hayan cambiado tras averiguar las primeras respuestas.



Enseñar y aprender hay que hacerlo mirando a los ojos, sin pantallas físicas ni mentales. Sí, hay herramientas maravillosas que hemos descubierto estos meses y que nos pueden facilitar casi todo, pero es que educar es mucho más que un compendio de conceptos, actitudes y habilidades que se puedan transmitir en un tutorial de youtube. Entiendo perfectamente a quienes quieren que se vuelva a las aulas, pero también es comprensible el temor del profesorado y de las familias. Les engañaría si les dijera que tengo la solución a la vuelta al cole y también les está engañando el que diga que la tiene. Ignoramos cuál es el derrotero de los acontecimientos y no es descartable que este curso empiece como terminó el anterior y con un horizonte menos esperanzador.



Y es que, además de los problemas epidemiológicos, sanitarios y educativos, se nos vienen otros de tipo socio-económico y laboral. No podemos dejar sin cole a niños que no tienen medios tecnológicos para seguir las clases a distancia, y tampoco estamos preparados para poner en cuarentena a todo un grupo cuando aparezca un caso, porque no tenemos a quien cuide a los niños en casa ni podemos contar esta vez con las abuelas. Y si no queda más remedio de que esto ocurra, será a costa de que alguien deje el trabajo y ya verán como esto se lo adjudican a las mujeres, para que la brecha de género se ensanche todavía más.



Parece que septiembre viene complicado y ha dejado de ser ese mes fronterizo entre el jolgorio de agosto y la normalidad del otoño. Yo tengo esperanza en que las cosas salgan bien, como le pasó a Javier Mur y a todas las compañeras y compañeros de Guillén. Entre todos salieron adelante, con mucho esfuerzo, imaginación y ganas. Ya sé que eso no es suficiente y que ha de acompañarnos la ciencia, el sentido común y una planificación meditada, repensada y en la que tendrán mucho que decir las familias y, sobre todo, quienes tienen las manos manchadas de tiza, quienes comparten el aire de las aulas con decenas de alumnos y alumnas y los cuidan mientras el resto de padres y madres trabajan.

Publicado en el diario HOY el 26 de agosto de 2020

12 agosto, 2020

Personas e instituciones ejemplares

En esta vida vamos aprendiendo que existen instituciones que no se merecen a quienes las dirigen. Esa falta de merecimiento se puede producir por diversos motivos, aunque el más común es por la llegada a los puestos de mando de gente sin la capacidad técnica o ética para llevar a cabo las tareas encomendadas. Pero también se puede dar el caso contrario, el de una institución en la que uno no cree demasiado pero donde hay personas íntegras y cabales que te hacen dudar de casi todo.

Supe que existía Pere Casaldáliga a mediados de los años ochenta, cuando ya había dejado de creer en lo divino y comencé a seguir a Terencio en aquello de que nada humano me es ajeno. Al enterarme de la muerte del obispo de São Félix recordé a este hombre comprometido con la tierra a la que fue a parar y la manera en la que extendió la bondad y la solidaridad con los más desfavorecidos. Su ejemplo de persona humilde le salvó la vida, cuando el pistolero que iba a matarlo pensó que el obispo tenía que ser el que iba bien vestido y no el de aquella ropa tan sencilla. Quienes lo conocieron dicen que, más que sus palabras y sus discursos, era su constante coherencia y ejemplaridad la que le hizo ser querido por los más pobres y odiado por los más poderosos, hasta el punto de superar en prestigio a la institución que representaba y a sus cúpulas vaticanas.

También hemos encontrado casos opuestos, en los que organizaciones de contrastada eficacia filantrópica tenían que soportar la presencia de dirigentes sin escrúpulos, capaces de lo peor. Hace un par de años supe que la organización de ayuda al desarrollo de la que soy socio había despedido a su director en el Reino Unido tras casos de corrupción y trata en plena tragedia del terremoto de Haití en 2011. Construir una reputación puede costar décadas y echarla por tierra es cuestión de un segundo.

Y el tercer caso que nos ocupa es aquel en el que no hay por donde salvar a nadie, porque ni la institución en sí es coherente con la racionalidad democrática, ni la acción de sus máximos representantes son un dechado de virtudes. La jefatura de un Estado no puede ni estar al margen de los dos primeros artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, ni estar reservada a una familia y sus sucesores como si esto fuera un latifundio. Tampoco es de recibo que quien ocupa un alto cargo tenga que disfrutar del privilegio de la impunidad cuando, en toda lógica, debería mostrar un plus de integridad sobre el resto de los mortales.

Hasta anteayer no podía comprender el ansia de acaparar dinero de quien tenía la vida resuelta. Pero cuando he sabido que una suite del hotel de Abu Dabi puede llegar a costar 11.000 € al día, la misma cantidad con la que ha de subsistir durante dos años alguien que recibe el ingreso mínimo vital, lo he entendido: ni volverá, ni regularizará nada, ni pagará lo que debe, ni pedirá perdón. ¿Un Borbón más a la misma Historia?


Publicado en el diario HOY el 12 de agosto de 2020 

Un mundo en guerra

Un periódico de la capital anunciaba el pasado domingo que Europa se estaba preparando para un escenario de guerra. La palabra escenario es ...