El viernes nos recordaba César Rina en estas páginas que en Portugal se había conmemorado el medio siglo transcurrido desde aquel mítico 25 de abril. Aquí hemos comenzado el año tratando de celebrar algo similar, intentando creer que las dos democracias peninsulares nacieron el mismo día y que nadie nos gana en trienios de libertad. Recordar no es complicado porque se trata simplemente de pasar a tener en la mente algo del pasado, que puede ser un nacimiento, una boda o una defunción. Todo es susceptible de ser recordado y, en principio, nos puede servir para evocar felicidad o lamentar la desventura de otros tiempos. Celebrar supone algo más que recordar y nos lo definen como un acto festivo por algo que lo merece. Sin embargo, en la presentación de todos estos actos realizada en Moncloa en diciembre se usaba el verbo conmemorar, un término reservado a festejar una fecha importante o a recordar con solemnidad a alguien que lo merece.
Así que me he puesto a repasar los principales hechos acaecidos hace 50
años y tengo serias dudas de tener que conmemorar mucho, salvo que se considere
digno de esa acción que un dictador octogenario fallezca en un hospital rodeado
de un equipo médico habitual lleno de apellidos compuestos y que hacían
interminables los telediarios. Los últimos meses de 1975 comenzaron con
fusilamientos, con la entrega del Sáhara a Hassan II de Marruecos y sin ningún
atisbo de libertad. El jefe de Estado golpista de 1936 había declarado heredero
al nieto de quien se había exiliado en Italia en 1931, que nunca entenderé por
qué no se refugió en una monarquía democrática como la británica en lugar de la
que regían Víctor Manuel III y un tal Benito Mussolini.
1976 tampoco fue un año de democracia y libertades. Las huelgas podían acabar con obreros masacrados como los de la catedral de Vitoria, los partidos políticos democráticos eran clandestinos, los sindicatos eran verticales con yugos y flechas mientras que los que sí defendían a las clases trabajadoras tenían que reunirse en comisiones obreras en las parroquias de algún cura postconciliar.
El año siguiente comenzó con un aire prebélico, con matanzas de abogados laboralistas y estudiantes, secuestros de oligarcas y generales, con partidos políticos sin legalizar hasta bien entrada la primavera y el TOP seguía existiendo. Quizá se podría haber pensado en el 15 de junio de 1977 como una fecha algo más sólida para conmemorar el regreso de la democracia, pero pasaríamos por alto que algunos partidos tampoco pudieron concurrir en aquellos comicios.
A muchos nos ha llamado la atención cierta unanimidad para creer que nuestra democracia ya ha cumplido medio siglo y hay que conmemorarlo, celebrarlo y festejarlo deprisa y corriendo. Tal vez fuera preferible conocer mejor lo ocurrido, explicar a quienes tienen 18 años cuántas cosas estaban prohibidas en 1975, cuántos derechos eran impensables para las mujeres, cuántas personas permanecían en las cárceles por tener ideas distintas a las oficiales o por amar a personas de su mismo sexo. Si hoy no sabemos bien qué día hay que conmemorar el aniversario de nuestras libertades, mañana podremos elegir a un Trump para que nos dicte en el BOE.
Publicado en HOY el 22 de enero de 2025
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