07 febrero, 2008

Consumiendo promesas

Es digno de admiración lo que hemos avanzado con las normas reguladoras de consumo: no hay producto que no incluya su fecha de caducidad y la mención de todos los ingredientes, si algo sale defectuoso podemos devolverlo y cualquier fraude es castigado. Incluso la publicidad engañosa está perseguida y los anuncios de juguetes nos avisan si las imágenes son una recreación artificial para que no nos hagamos ilusiones falsas. Ahora llegan elecciones y uno echa de menos que las reglas que aplican a cosméticos o embutidos se cumplan también con la propaganda política. En las pasadas elecciones municipales había carteles en los que para reconocer al candidato había que leer el nombre, porque puestos a quitar arrugas con photoshop habían eliminado hasta los ojos. Hace 22 años Lluís Llach denunció a Felipe González por fraude debido al incumplimiento de una promesa electoral, y aunque no ganó el juicio, el propio juez aconsejaba en su sentencia que se regulara de algún modo el valor contractual de estas ofertas. Hoy te dan un folleto en la calle anunciándote un viaje al Caribe y el papelito va a misa, pero en campaña electoral puedes proponer subidas de pensiones, aumento de las ayudas, disminución de impuestos o supresión de tasas y difícilmente vas a conseguir que un inspector de consumo vaya a la sede de Génova o Ferraz a levantar acta en caso de publicidad fraudulenta. Hubo uno que conocía tanto estos usos que llevó su programa electoral al notario para conseguir algo de credibilidad. Me pregunto si no sería más fácil que todos se abstuvieran de prometer aquello que no tienen la certeza de poder cumplir.


Publicado el 28 de enero de 2008 en EL PERIÓDICO EXTREMADURA

1 comentario:

Puntos de vista y ... nada más dijo...

Seguiremos escribiendo, aunque a lo mejor hago una mudanza de blog.

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Una vez escuché una teoría descabellada sobre el aprendizaje que consistía en que, en mayor o menor medida y salvo graves incapacidades co...