08 julio, 2013

Como un perro

Viajar todos los días en el mismo tren durante muchos años te permite acabar conociendo a personas con las que quizá nunca hubieras llegado a coincidir. En el tren conocimos a Ana, una chica muy simpática, que siempre tiene buenas palabras para todo el mundo y que nos ofrece almendras cuando regresamos a las tres de la tarde y muertos de hambre. Un día nos habló de sus perritas, de Pulguitas, Luna, Lucky y Lucy, también de su gato Pitu, de cómo llegaron a su vida, de las razones de sus nombres y hasta del carácter de cada una de ellas. A todas las salvó de una muerte triste en la perrera y ahora se encargan de darle alegrías. Y la conversación nos llevó por cuestiones más filológicas y acabamos mencionando expresiones del tipo “se portó como un perro”, “un día de perros” o “a cara de perro”. Hasta el lenguaje se ha ensañado con este animal que puede dar lecciones de lealtad, y hasta de humanidad, a muchos de los bípedos con los que compartimos el planeta.

Un día me pidió Ana que escribiera sobre los abandonos de perros al comienzo de los periodos de vacaciones. Y es que en los próximos días, a pesar de campañas tan impactantes como aquella de “Él nunca lo haría”, muchos animales que fueron regalados a principio de año aparecerán por las carreteras sin rumbo, tristes, y con muchas papeletas para acabar siendo atropellados. No sé qué se puede hacer para evitar esta tragedia o la de los galgos ahorcados al final de cada temporada de caza. Sí sé que no es una cuestión de educación sino algo mucho más simple: tener sentimientos. Y ni siquiera hace falta que sea un sentimiento humano, bastaría con que fuera noble, como un perro.

Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 8 de julio de 2013


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