03 agosto, 2014

Entrevista en el diario HOY

El miércoles 30 de Julio comencé mi nueva etapa como columnista en el diario HOY. Justo una semana antes de esa fecha recibí la llamada de Florián Recio, a quien recomiendo leáis en su blog Quédese con el cambio y en las páginas de HOY con sus columnas de los sábados y entrevistas de los domingos. Sin saber él nada de mi colaboración en el diario me propone protagonizar una de estas entrevistas. Aquí está el resultado de esa conversación "a borbotones", que podéis leer en la edición de papel y a través de la edición digital. La foto es de Jose Vicente Arnelas. Cuando la ha visto mi hija me ha preguntado que quién soy yo para que me hagan una entrevista. Estoy buscando una respuesta 

Os dejo el texto:

Sus padres llegaron a Badajoz con intención de pasar unas vacaciones, en un tiempo en que a las vacaciones aún se les llamaba veraneo, ajenos a que esa decisión ligaría para siempre la vida de sus cuatro hijos a Extremadura. De eso hace ya cuarenta años, justo los que Javier Figueiredo lleva en Badajoz. Licenciado en Filología Clásica y en Lengua Portuguesa, siente debilidad por los mapas, por los trenes, y por Portugal. Pertenece a la primera promoción de licenciados en Filología Portuguesa, pero fue el azar el que le colocó frente a un despacho de Cooperación Transfronteriza, en el que lleva ocho años haciendo de su pasión oficio. Se desplaza a diario en tren desde Badajoz a Mérida. De esos trayectos alimenta su blog, sus columnas periodísticas y sus amistades. Habla a borbotones, con la pasión incontrolada de los tímidos y con la seria contundencia de los reflexivos.

–Nace en Monzón, Huesca, pero su apellido es portugués…
–Es una historia que me guardo para novelar en cuanto tenga más tiempo. Resulta que un portugués apareció por Monzón, conoció a mi abuela, una señora con ocho apellidos aragoneses, como el resto de mis abuelos, se enamoraron y ya ves. En Monzón mi abuelo era ‘el portugués’, porque era el único que había pisado aquellas tierras.

–¿Ese es el origen de su pasión por Portugal? –En absoluto. Mi afición por el portugués nace con el estudio de la lengua portuguesa. Al terminar la carrera de clásicas sentí que tenía que profundizar en otras lenguas. Estudié portugués y alemán. Empecé a viajar a Portugal y de ahí surgió una cosa que le ocurre al noventa por ciento de los que se adentran en la cultura portuguesa, que acaban enamorados de este pueblo. Es muy fácil enamorarse de Portugal. Por mi parte, puedo sentirme más extranjero en la Gran Vía que en cualquier rincón de Lisboa. Allí me siento como en casa.

–Es que son más las cosas que nos unen que las que nos separan, pero resulta que una de éstas es el idioma, la peor de las fronteras. ¿Por qué separan tanto las lenguas? –Si las lenguas son un problema de comunicación, ese problema se soluciona aprendiéndolas. En cualquier caso, las lenguas son un patrimonio cultural de la humanidad. Yo siempre pongo el ejemplo de la Iglesia de Olivenza, que tiene unas columnas manuelinas que son una preciosidad. A nadie se le ocurriría decir «estas columnas son demasiado portuguesas, vamos a recubrirlas de pladur para que no lo parezcan». Sería una barbaridad.

–¿Se podría afirmar que en Extremadura está de moda lo portugués?
–Vamos por épocas. El hecho de que Portugal haya entrado en una crisis económica brutal le da una imagen de tristeza importante que hace que en estos momentos nos hayamos retraído un poco. Pero puede que sólo sea una percepción mía. Lo cierto es que cada vez hay más gente que en vez de irse de vacaciones a Huelva se va a Portugal. Se le va perdiendo el miedo a lo extranjero.

–Amén de esa pérdida de miedo a lo extranjero, hay quien ve en esa moda una pizca de paternalismo y de condescendencia…
–Bueno, España entendió siempre a Francia como a una potencia superior, intocable, y sintió que con quien podía ejercer su propio papel de potencia mundial era con sus vecinos los portugueses. De ahí que la imagen que en Portugal se tiene de los españoles sea la del orgulloso. Los chistes que los portugueses cuentan de los españoles son parecidos a los que en Sudamérica se cuentan de los argentinos, de gente prepotente, y que va de sobrada.
–Entonces, en lo concerniente a Portugal, ¿nos movemos entre la arrogancia y la indiferencia?
–Lo cierto es que los españoles tenemos mucho desconocimiento de Portugal. Creo recordar que fue en el año 2009 cuando hubo consecutivamente una Cumbre hispano-francesa y una Cumbre hispanoportuguesa, con dos semanas de diferencia. Pues bien, mientras que algún periódico de tirada nacional daba mucho contenido sobre la reunión con Francia, en la de Portugal lo remitía a una fotonoticia, con tres notas de pie en la que mencionaba una manifestación de protesta que ni siquiera tenía que ver con la Cumbre.

–¿Pero este desconocimiento no es a dos bandas?
–No. El portugués medio tiene más información sobre España y también más interés, por no hablar de la capacidad para, al menos, entender al español cuando habla. Y eso es algo que no ocurre en sentido contrario. No hay entrenador o jugador portugués de fútbol que no se haya expresado en un español regular al poco de estar aquí. En sentido contrario ni uno solo dijo una palabra en portugués. Los medios portugueses publican muchas más noticias sobre España que al revés, si exceptuamos los medios de zonas fronterizas, claro está.
–Y aquí, ¿cómo se vive la relación Portugal-Extremadura?
–En Extremadura no hay tanto distanciamiento. Con el tiempo hemos ganado en familiaridad. Por ejemplo el diario HOY ha estado emitiendo casi a diario noticias sobre la reciente crisis en el ayuntamiento de Elvas. Y tiene su sentido porque Elvas es la población más próxima a Badajoz. Pero en cuanto te alejas de la frontera extremeño-portuguesa, el desconocimiento de Portugal es evidente y la sensibilidad hacia lo portugués es casi inexistente.
–¿El extremeño ha aprendido a querer a lo portugués?
–Digamos que eso es así entre una población minoritaria. La gente sigue teniendo sus prejuicios al respecto. La población que se interesa por lo portugués aún no es mayoritaria, pero sí significativa.

–Y en ese acercamiento progresivo, ¿han jugado algún papel las administraciones o es algo que surge de forma natural?
–El papel de las administraciones es importante. En primer lugar porque desde el año 1993 hemos tenido una cosa que se llamaba Fondo Europeo para la Cooperación Transfronteriza y nos ha obligado, y nos sigue obligando, a colaborar con Portugal, aunque solo sea para beneficiarnos de esos fondos. Y eso ha abierto las puertas para que muchas veces, aunque no cobremos esos fondos, la colaboración continúe. Por ejemplo, en Valencia de Alcántara y Marvão desde hace diez años han hecho de la recreación de las bodas entre una hija de los Reyes Católicos y el rey don Manuel de Portugal su evento turístico más importante.

Aquel sueño de Saramago de una Península Ibérica unida, ¿será posible algún día?
–Es un sueño imposible. Espero no decir nada inconveniente pero, a mi parecer, si Portugal quiere mantener su cultura diferenciada, ha de cuidarse mucho de una unidad política con España. Porque España ha tenido siempre la tendencia avasalladora de no respetar las culturas minoritarias de su propio territorio. Pero eso es algo muy francés. De hecho la gran lucha de 1714 entre los que se negaban a tener como sucesor de los Austria a un Borbón es porque en el imperio austro-húngaro todos los territorios han conservado su cultura, los checos hablan checo, los húngaros hablan húngaro y los eslovacos hablan eslovaco, pero allá donde han ido los Borbones se ha acabado hablando una única lengua.

–Entonces, ¿mejor por separado?
–Yo soy más partidario de que en Europa podamos tener una unión a base de conocimiento mutuo. Que en Europa haya muchas lenguas y muchas culturas no me parece ningún inconveniente, siempre que seamos capaces de superarlos para comunicarnos. Por el contrario, me parece un enriquecimiento. No puedo comprender que Altamira lo veamos como un orgullo nacional y a la lengua vasca como un entorpecimiento para la convivencia.

–Pero llega un punto en que se hace necesaria una lengua franca, porque no puedes aprender todas las lenguas…
–Sí, es cierto. Y en vista del poco éxito que ha tenido la idea de revivir el latín o de hacer del esperanto una lengua común, cualquiera que viaje un poco habrá observado que esa lengua común existe y que hoy en día es el inglés.

–¿Usted habla inglés?
–Sí, hablo inglés. Y también he estudiado hasta quinto de alemán, aunque ahora lo tengo algo oxidado. También hablo algo de francés. La verdad es que el conocimiento del latín ayuda muchísimo, y no solo para las lenguas latinas. Por eso creo que se debería estudiar en las escuelas, aunque solo fuera una iniciación al latín.

–Hablando del tema, ¿qué opinión le merece el tratamiento del latín en los planes de estudios actuales?
–Provengo de una generación en la que los que estudiábamos segundo de BUP teníamos un año de latín. No lo voy a defender a capa y espada. A lo mejor no hay que impartir latín universalizado, pero sí que habría que recuperar el estudio del latín de alguna manera, y no me atrevo a decir cuál es la fórmula exacta. Lo que está claro es que olvidarnos de él totalmente sería un error que futuras generaciones nos echarían en cara.

–Por su trabajo se desplaza todos los días de Badajoz a Mérida y, aunque tiene carnet y coche, hace usted ese recorrido en tren. ¿Por qué el tren y no su coche o el autobús?
–Es más económico. Es más cómodo. Es menos agresivo para el ambiente. Fíjate que yo paso en el tren casi una hora y media al día. Y no la tengo como una hora perdida sino todo lo contrario, la considero una hora para mi uso y disfrute. Me permite leer, pero también hacer amistades. Tengo mis amigos del tren, como otros tienen sus amigos del dominó.

–¿Eso quiere decir que le da un aprobado a la política ferroviaria?
–No, en absoluto. Deben mejorar muchísimo. El tren merece la pena cuando supera en tiempo a cualquier otro medio de locomoción. Para el recorrido que yo hago, Badajoz-Mérida, le doy un notable alto. Ahora bien, fuera de este trayecto y unos pocos más, el tren debe mejorar mucho.

–¿Y esa mejora pasa por el AVE?
–Amo tanto al ferrocarril que soy contrario al AVE. De nada me vale que pongan un tren a Madrid que cueste cien euros cuando el autobús cuesta cuarenta. Tenemos que tener trenes competitivos. Y no me refiero a la velocidad, no necesito que el tren vaya a trescientos por hora. En ese sentido, el AVE se ha hecho para los ejecutivos de las grandes empresas, los cuales ni siquiera saben lo que cuesta un billete porque se los pagan sus empresas. Soy partidario de fomentar una red ferroviaria que no fuera solo radial sino trasversal. Se está haciendo una red excesivamente radial, por otra parte espejo fiel de nuestra mentalidad. Como una tela de araña que une muchos puntos con el centro pero sin permitir que entre ellos se comuniquen.

–Muchos extremeños conocen ya estas ideas suyas acerca del tren y de otros muchos temas gracias a su faceta de columnista, en la cual abre ahora una nueva etapa al incorporarse a la plantilla de colaboradores del diario HOY.

–Así es. Escribir una columna es una pequeña tortura. Admiro a Alonso de la Torre y Alcántara, como admiraba a Umbral, por la capacidad para escribir diariamente. Y no por los veinte minutos que te cuesta teclear quinientas palabras, sino por el duelo y el quebrando, que diría Cervantes, de tener que decidir de qué van a tratar esas quinientas palabras. Eso sí que son dolores de parto, y semanales.

–Y de esos dolores de parto semanales, ¿cuáles son los más agudos?

–Decidir qué elemento de la realidad o de la actualidad, que no siempre son la misma cosa, son dignas de abordaje. Y luchar contra la inmediatez, que en el periodismo es la mayor fuente de estupidez. Trato de no pontificar, de hacerme muchas preguntas, porque cuanto más escribo más me percato de que mis verdades son más relativas.

–Y hablando de actualidad, ¿qué opinión le merece el fenómeno político de Podemos?

–Le veo un movimiento muy interesante, aunque con algunos peligros por haber crecido tan rápidamente. Si hubieran tenido de entrada dos o tres diputados en estas europeas habrían podido crecer con normalidad. Tienen un sistema tan abierto que les puede llegar mucha gente de aluvión, mucho oportunista, y no sé si sabrán zafarse de ellos. Pero son gente con mucha capacidad y con mucha voluntad, y creo que tienen muchas cosas interesantes que decir.

http://www.hoy.es/extremadura/201408/03/puedo-sentirme-extranjero-gran-20140803001140-v.html 




2 comentarios:

Feli dijo...

Enhorabuena, Javier, te ha salido la entrevista auténtica, la leía y te oía hablar. :)

Antonio Peña dijo...

Me ha gustado mucho, me parece muy buena. Felicitaciones y sigue escribiendo.

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