¿Podremos?

Nunca en la historia más reciente se habían juntado dos circunstancias como las que estamos viviendo hoy. Ya habíamos pasado por climas de consternación y vergüenza ante casos de corrupción. Los que tengan más de 40 años habrán oído hablar de Filesa, de Roldán, de Naseiro, de Palop y otros nombres que emponzoñaron la vida pública a finales de los ochenta y principios de los 90. Pero entonces faltó un segundo elemento, una sociedad capaz de organizarse y darle la vuelta a aquella situación. Hoy las noticias sobre corrupciones son peores que las de entonces, agravada porque los desmanes de una élite política y económica se descubren como causantes de una crisis que dura ya seis años y que durante todo este tiempo pretendieron culpabilizar a la gente currante. Ahora sí que hay una sociedad dispuesta a organizarse y dar la vuelta a un sistema que se pudre. Y no se pudre porque haya permitido casos de corrupción, no. Es al contrario, es el sistema el que ha propiciado la misma, co