Estoy revisando todos y cada uno de mis
escritos que pudieran estar colgados en internet o un alguna recóndita
hemeroteca digital: la posibilidad de dedicarme activamente a la política
partidaria aconseja echar un vistazo por si hubiera algún párrafo comprometido
o una alabanza inoportuna a alguien caído en desgracia. He empezado por un blog que creé a finales de 2005 y
resulta curioso repasar aquellos años en los que todo iba bien y el mayor
problema era el “efecto llamada” de las leyes de extranjería. Todavía no he
llegado a la crisis económica de 2008 y, mientras escuchaba en la tarde de ayer
el discurso de investidura de Fernández Vara, me encontré con lo que había escrito el día siguiente de las elecciones autonómicas de 2007, con un párrafo
de consejos para el gobernante.
Aquel día
me atreví a escribir lo siguiente: la democracia es tan importante que sería
muy triste que ayer hubiera acabado todo hasta el año 2011. Está muy bien
llevar varios meses recorriendo pueblos y hablando con todos los sectores, pero
de nada valdrá si se encierra en el palacio de gobierno y pierde el contacto
con la realidad de los gobernados. Piense en los que no le han votado y no
olvide que también tiene que gobernar para ellos y nunca contra ellos. Rodéese
de gente con sentido crítico, porque los aduladores siempre acaban acercándose
al poder y nunca sirven para hacer ver los errores. Cumpla lo prometido y
explique sinceramente sus cambios de parecer. Destierre de los usos de la
política aquello de que rectificar es una muestra de debilidad porque es prueba
de sabiduría. Cuando tenga que tomar una decisión póngase en el lugar del otro
antes de resolver. En caso de duda, decántese por el más débil. Que las cifras
no le hagan olvidar a las personas que están detrás.
Con la
perspectiva de saber lo que ha pasado en los últimos ocho años, uno tiene la
sensación de que aquellas palabras quizá no sirvieron demasiado: muchos de los
males que hemos padecido, y que los ciudadanos griegos conocen más que nadie, son
consecuencia de olvidar que existen personas que sufren por causa de decisiones
políticas. Por eso es necesario estar vigilante, sopesar muy bien cada paso que
se da, y escuchar las críticas constructivas aunque nos duelan.
Del
discurso de Vara de ayer me llamó la atención un análisis sobre la educación
que hacía años que se tenía que haber abordado: la dependencia del éxito o
fracaso escolar en función del entorno socio-económico de las familias. De nada
nos sirve poner mil exámenes y reválidas si no nos damos cuenta de que es la pobreza
y la desigualdad lo que lastran a la sociedad extremeña desde la más tierna
infancia. Un escollo que se repite posteriormente en el trabajo, en el sistema
productivo, en el territorio y en un largo etcétera. Haberse dado cuenta es un
paso importante, olvidarse de nuevo sería imperdonable.
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