El
viernes pasado me quedé viendo por televisión la segunda votación de la fallida
investidura de Mariano Rajoy. La cantinela de nombres me recuerda siempre a aquella
sesión de febrero de 1981, que no se retrasmitió en directo aunque miles de
personas digan que la vieron en vivo, y con los gritos de guardias civiles que
surgieron en la radio tras el voto del diputado Manuel Núñez Encabo. La del
viernes fue menos dramática, tuvo hasta momentos de una teatralidad insuperable
y se llegó a mencionar incluso la ciudad de Badajoz.
Esto
de que mencionen la ciudad en la que vives nunca se sabe si es para bien o para
mal. En el acuerdo que habían firmado Rajoy y Rivera se habían olvidado de los
trenes a Extremadura. Un olvido que también le ha ocurrido a la propia Renfe,
que en un mapa oficial de la red nacional de AVEs y trenes de larga distancia muestra
un tremendo hueco en blanco que se corresponde con el territorio de nuestra
región, como si fuéramos una especie de desierto inhóspito al que no merece la
pena prestar mucha atención. Desgraciadamente no es un error y es que a
Extremadura no llega ningún tren de larga distancia a pesar de que los
trayectos son los de mayor duración. Quizá en Renfe crean que, por llamarlos de
“media distancia”, los viajes nos fueran a parecer más cortos.
Mientras
salían los diputados del hemiciclo empezaba a correr como la pólvora la noticia
de que José Manuel Soria, el ministro que tenía sociedades en Panamá y que
estuvo mintiendo y toreándonos la pasada primavera hasta que la vergüenza y los
documentos lo obligaron a dimitir, era premiado con un puesto en el comité
ejecutivo del Banco Mundial y con una nómina de 226.000€ libres de impuestos. Aunque
parecía que había alguna ligera crítica dentro del PP a este nombramiento, la
cuestión parece que se empieza a zanjar con la idea de que se trata de un cargo
técnico que ha sido elegido tras un proceso de selección. Para tranquilizar a
quienes pudieran pensar que se trata de un caso de amiguismo - entiéndase el
tono irónico – nos enteramos de que las cinco personas de la comisión
seleccionadora eran altos cargos del gobierno vinculados al mismo partido. En
otro país parecería todo un ejercicio de recochineo, pero aquí hay hasta quien
afirma que no es para rasgarse las vestiduras. Y ese es quizá nuestro mayor
problema, porque cuando Rajoy y Guindos han decidido mandar a Soria al Banco
Mundial es porque saben que este escándalo no le restará ni un solo votante en
las probables terceras elecciones de diciembre.
Mientras
tanto, el gobierno en funciones nos reinstala unas reválidas educativas que ya
consideraba obsoletas el propio Villar Palasí en el preámbulo de su Ley General
de Educación de 1970. Esto de adelantar por la derecha a los ministros del
tardofranquismo sí que es para rasgarse las vestiduras y, si me apuran, hasta
las investiduras.
Publicado en el diario HOY el 7 de septiembre de 2016
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