01 diciembre, 2018

Demografía y divisiones

En verano los periódicos y programas de radio dan vacaciones a los habituales colaboradores y te ofrecen contenidos distintos de la mano de suplentes que, en ocasiones, acaban por igualar o superar a los titulares. Al programa de radio que escucho los fines de semanas llegó una matemática llamada Clara Grima que me hizo comprender cosas de la ciencia pitagórica que jamás había entendido.  Cuando el otoño me había hecho olvidarme de ella, he leído unas declaraciones en las que afirma que somos el único país que sigue enseñando a dividir por dos cifras en las escuelas, que es una tarea que en otros lugares dejan a las calculadoras para así poder dedicar el tiempo a cosas más útiles y creativas.



En ese mismo programa escuché también una sección dedicada a la vida en los pueblos, a la llamada prensa de provincias y a los desafíos que tenemos en algunos países de occidente en los que la pirámide de población cada vez se parece más a una peonza. La península, según contaba hace unas semanas en estas páginas la investigadora Pilar Burillo, cuenta con dos áreas geográficas donde la despoblación y el envejecimiento hacen estragos: una está localizada en torno a la cordillera ibérica, en las provincias de Soria, Teruel, Cuenca y Guadalajara, y la otra recorre la Raya hispano-lusa desde el norte hasta el sur.



El miércoles pasado comenzó en Vila Velha de Ródão un intento de todas las partes implicadas, tanto aquí como al otro lado de la frontera, para evitar que nuestros pueblos acaben siendo lugares inhóspitos o habitados por muy poca gente y de avanzada edad. No es tarea fácil la que tienen por delante en estos territorios, en los que se cierran escuelas y la gente más joven se acaba marchando a las cabeceras de comarca o a las capitales de provincia. Tampoco sabemos si dejar abiertas las escuelas evitaría ese abandono de los pueblos.



Lo que sí parece claro es que la falta de personas no es un problema del planeta, ya que cada día nos sumamos y nos multiplicamos con facilidad. Una vez más se nos está complicando todo por culpa del reparto. Si los recursos están en manos de muy pocos, si las decisiones dependen de un centenar de grupos de presión, si el éxodo hacia las ciudades provoca tal desequilibrio territorial en todos los continentes, quizá haya llegado el momento de volver a aprender a dividir por más de dos cifras y no dejarlo todo al frío algoritmo de las calculadoras.



El primer paso parece que empieza a darse y no era otro que ser conscientes del problema. En Portugal se ha hablado mucho de ello en los últimos años por culpa de incendios forestales en zonas en las que ya no había pastoreo para limpiar el monte. Pero esos primeros pasos tendrán que ir seguidos de otros y será imposible que fructifiquen si seguimos empeñados en repartir los dividendos entre unos pocos y dejar a la inmensa mayoría con los escasísimos restos. 

Publicado en HOY el 1de diciembre de 2018.

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