26 julio, 2023

Votos, escaños, gobiernos, personas


Hace ya tiempo que las elecciones en muchas partes del mundo acaban con unos resultados muy ajustados. Desde aquellas entre Bush y Al Gore, recontando cada papeleta-mariposa de Florida en el año 2000, hasta la victoria de Trump sobre Hillary Clinton en 2016, aunque ella consiguiera casi 800.000 votos más que el ultraderechista. También en Brasil vimos en 2022 un escrutinio en el que Lula regresó a la presidencia tras vencer a Bolsonaro por un aparentemente exiguo 1,80% pero que suponían más de dos millones de personas.

 

El domingo tuvimos que contar votos que, en algunas ocasiones, se traducen proporcionalmente en escaños y, otras veces, no tanto. Las dos primeras fuerzas políticas han estado separadas por 330.000 votos que  luego se plasman en 14 escaños de diferencia. No sé cuántas veces más habrá que aclarar que ser la fuerza con mayor número de votos recibidos no siempre significa haber ganado ni garantiza que vaya a formar parte del gobierno. O quizá no sería necesario explicarlo tanto si las fuerzas políticas tuvieran siempre el mismo criterio y no fueran moviendo los razonamientos en beneficio propio: los mismos que anteayer reclamaban que debía gobernar en el Estado el partido más votado habían investido en nuestra región a la que había quedado en segundo lugar.

 

Quienes hoy tienen más de 63 años pudieron votar aquel 6 de diciembre unas normas que dicen que la Presidencia del Gobierno se elige en el Congreso con el apoyo de 176 parlamentarios en primera instancia y, en su defecto, con más apoyos que rechazos en una segunda sesión de investidura. ¿Quizá sería mejor un sistema de doble vuelta como en Francia o Brasil? Yo casi preferiría tener esa segunda oportunidad en lugar de dejar todo a las negociaciones y pactos que veremos en las próximas semanas, aunque nos convendría recordar que hay países del norte de Europa, con una profunda y asentada tradición democrática, donde son habituales gobiernos de diferentes partidos y, como vimos en la recomendable serie danesa Borgen, incluso puede formarse un ejecutivo que preside la tercera fuerza política en votos.

 

Lo que es fundamental es que quienes nos gobiernen tengan como respaldo a un mayor número de personas. Mientras que Feijóo podría alcanzar 11.177.348 apoyos de quienes votaron PP, Vox y UPN, Pedro Sánchez está en condiciones de reunir a los 11.726.498 votantes de PSOE, Sumar, ERC, Bildu y BNG. Mientras que el primero ya sabe que ni Junts ni el PNV le apoyarían en una sesión de investidura, el segundo podría conseguir alguna abstención de estos en una segunda votación que evitara unos nuevos comicios en Navidad.

 

En los últimos años hemos visto gobiernos autonómicos (Andalucía 2018, Extremadura 2023) y municipales (Madrid 2019) que no los presidía el más votado, sino quien más apoyos había conseguido aglutinar. Estamos ante la misma tesitura y los criterios y razonamientos de las fuerzas políticas y opinadores debería ser idéntico y no cambiarlo según  convenga. A veces es un ejercicio tan sencillo como contabilizar a las personas que han decantado la balanza por unas u otras opciones, como ya ocurrió tantas veces y en tantos lugares.


Publicado en HOY el 26 de julio de 2023






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