Los últimos años

Ya no recuerdo exactamente cuántos años hace que veo una grúa azul al asomarme a la ventana. No sé si fue en 2009 o quizá ya en 2010. Es como un elemento extraño que rompe la línea del cielo de la ciudad en la que vivo, aunque no me impide ver ni la torre de la catedral ni la alcazaba. Durante las ciclogénesis explosivas de los últimos años (algo que no teníamos cuando éramos pequeños), hemos pasado un poco de miedo al verla balancearse con sus hierros y piedras de hormigón a escasos metros de los habitados tejados vecinos. La grúa está abandonada, como el edificio a medio construir en el que se ubica. Ignoramos si la van a quitar algún día y si cumple con todas las revisiones pertinentes que eviten una desgracia. Hoy acaba 2014, me asomo a la ventana y cuento un año más frente a la grúa azul, que se me ha convertido en un símbolo de ese tiempo en el que todo el mundo iba a tener muchas casas que revender a otros para hacernos todos millonarios. Estos últimos años podría