Muchos periódicos publicaban unos anuarios muy útiles en los que
recogían infinidad de artículos y estadísticas. Eran un tesoro para los que nos
gustaba comparar los resultados electorales que se habían producido en cada
contienda, pero hoy habitan en cajas de cartón en un cuarto trastero. Dejaron
de editarse desde que con un par de movimientos del ratón sabemos quién ganó
las elecciones municipales del 79 en Ceclavín o en Monterrubio de la Serena, y
hoy cualquiera puede ya comparar datos como si fuera un sociólogo estadístico,
que no es lo mismo que un estadista sociópata a pesar de la similitud fonética.
Aplicar conclusiones obtenidas en un campo a otro: así es como han
definido los académicos la palabra extrapolar, que en las últimas 48 horas se
ha conjugado más que el verbo poder en lo que llevamos de año. La experiencia acientífica de haber sido un
aficionado a escudriñar los resultados electorales me aconsejan no extrapolar
nada a Extremadura, porque aquí las corrientes de cambios electorales suelen
llegar tarde, para bien y para mal. La UCD se mantuvo hasta que sucumbió y
surgió el PSOE. Cuando el PP ganó en el resto de España, en 1996, aquí todavía
se mantuvo el PSOE por esa tendencia natural a seguir votando a quien manda. El
bipartidismo, que cayó por debajo del 50% en España en las pasadas europeas,
mantiene en Extremadura un sólido 75%.
Uno es consciente de levantar ampollas si se atreve a profundizar
en algunas particularidades del comportamiento electoral de Extremadura. Una de
ellas, que con cierta dosis de maldad es denominada como “síndrome de Paco el
Bajo” en referencia al personaje de Delibes, es esa presencia de un fuerte
bloque de adictos al poder, que solo se resquebrajan cuando la hecatombe o el
desastre es indisimulable. Es lo que hizo que ciudades de la región pasaran de
ser bastiones de un partido durante años a bastiones del partido oponente
durante décadas. Hay quien me cuenta que, en determinados pueblos, los que en
su día fueron más furibundos defensores del Presidente Ibarra hoy lo son del
actual y lo serán hasta que vean que va a perder por goleada.
¿Es extrapolable lo ocurrido en Andalucía? Pues no del todo porque
el campo es muy diferente. Nos unen, desgraciadamente, las más altas cifras de
desempleo, de paro juvenil y de bolsas de pobreza. Pero han pasado cosas muy
distintas: en Extremadura el PSOE fue desalojado del poder por el PP, a quien
le permitió gobernar IU a cambio de paños calientes y analgésicos para los
recortes. En mayo a más de uno le van pasar la factura de estos años y es
posible que todo cambie, como cantaba Mercedes Sosa, porque nuevos actores
entren en escena. Pero no se nos olvide
que en Extremadura hay que preguntarse quién es considerado “poder”, porque la
experiencia nos dice que acaba teniendo un plus que me gustaría que me
explicaran los sociólogos de verdad y no los “extrapoladores” de tres al
cuarto.