15 junio, 2022

Estafas piramidales

Hace muchos años me llegó una propuesta que me costó entender en un principio y que, como escéptico profesional, no tardé ni cinco minutos en rechazar. Consistía en hacerte millonario comprando productos de limpieza y de belleza de muchísima calidad (por eso eran un poco caros) e intentar vendérselos a amistades y familiares, al tiempo que tenías que convencer a estos para que también se hicieran vendedores y encontraran más difusores de aquel hallazgo de El Dorado.

Entonces no sabía en qué consistían las estafas piramidales, pero los millones prometidos funcionaban con el método habitual para el enriquecimiento desde que el mundo es mundo, y que no es otro que conseguir ser uno de esos pocos a los que les llega, fácilmente y sin apenas esfuerzo, lo que otros muchos les envían coaccionados por todo un entramado, de manera casi forzada y dejándose la piel en el empeño.

En estos meses en los que la inflación sube como la espuma hay quien avisa de este río revuelto de contrastes: mientras que grandes empresas están obteniendo beneficios de la coyuntura, las pequeñas se hunden cada día más. Como, además, la primera medida neoliberal para que no aumente más la inflación es la contención de los salarios, se pueden imaginar quiénes están pagando el pato.

El lunes leí en este periódico una entrevista a la economista italiana Mariana Mazzucato, poco sospechosa de peligrosa revolucionaria, que advertía del tipo de inflación que estamos padeciendo y que tenía culpables muy claros. Señalaba directamente a las empresas de energía, a las que se les ha permitido aumentar sus precios aunque sus costos reales no estén aumentando al mismo ritmo con el que nos suben la factura. Mazzucato considera que lo primero que hay que hacer es proteger a los más vulnerables, tiene claro en materia de impuestos que el IVA es el más regresivo de todos, el que penaliza a los más pobres, y que habría que elevar los impuestos a las ganancias del capital.

Mientras los termómetros en Extremadura se plantan a medio camino entre los 40 y 50 grados, todavía es difícil escuchar en todos los medios propuestas que apuesten decididamente por decrecer, por no agotar los recursos finitos del planeta, por reducir al máximo los combustibles fósiles y por empezar a consumir con sentido común aquello que tenemos cerca y que se ha producido en condiciones de respeto al medio ambiente, a la salud, a la seguridad y a los derechos humanos y sociales de quienes han intervenido en el proceso.

Quizá tardemos años en moldear las dimensiones de ese sistema piramidal que rige los negocios de este mundo y que se parece a una estafa como las que le comentaba al principio. Nadie ha explicado mejor estos días de inflación como esa viñeta de El Roto donde un tendero lamenta tener que subirle el precio de una mercancía con el simple argumento de que los precios han subido. Y es entonces cuando la señora, cabizbaja y con una bolsa en su mano izquierda, plantea lo mismo que habrán pensado ustedes cuando han ido a pagar a últimamente: ¿Y yo a quién se los subo?

Publicado en el diario HOY el 15 de junio de 2022



No hay comentarios:

Balance e inventario

En mi camino del colegio a casa pasábamos por delante de un concesionario de coches que todavía existe. Acabábamos de re...