14 diciembre, 2022

Comprar con sensatez

Desde hace un par de semanas las furgonetas de reparto se detienen sin rubor en las paradas de autobuses o en las plazas habilitadas para personas de movilidad reducida. Les urge llamar rápidamente al timbre y entregar el envío en el tiempo previsto. No sé cuándo decidimos importar en un mismo paquete la fiesta de halloween junto a ese viernes negro de compras compulsivas, y me sigo preguntando por qué dejaron fuera del pedido el día de Acción de Gracias con su pavo y su agradecimiento a los peregrinos, ya que quizá se podría haber conseguido una jugosa oferta de 3x2.

 

El caso es que los contenedores azules están abarrotados. Cada compra a golpe de teclado a la empresa de Jeff Bezos se sustancia en cuatro envíos diferentes desde distintos lugares del planeta, cada uno con su envoltorio y con origen en diferentes almacenes de distribución repartidos estratégicamente. Alguna ciudad ya se ha atrevido a poner una tasa al reparto de mercancías compradas a través de internet. Se trata de un intento de que el trasiego y el impacto de tantas furgonetas y camiones, moviéndose por la ciudad a todas horas, repercuta de alguna manera en las arcas municipales. Se da la paradoja de que al pequeño comerciante se le hace pagar impuestos por su actividad económica, por la recogida de basuras o el uso de espacio público, mientras que el mayor multimillonario del mundo invade las ciudades repartiendo cajas de cartón con sonrisas al tiempo que las tiendas de toda la vida languidecen y dejan desiertas las calles de los barrios y cascos antiguos.

 

No sé si servirá de algo una tasa de ese tipo porque los multibillonarios (con b) no soportan que le rasquen un céntimo del bolsillo. En cuanto esté en marcha la nueva norma es probable que el sr. Bezos repercuta esa tasa directamente al comprador de la ciudad en cuestión y santas pascuas. Es lo que ocurre cada vez que se intenta mitigar el exceso de beneficios de la banca o de las eléctricas, que te lo acaban cobrando en forma de comisiones o se inventan una derrama especial por desgaste de los cables de alta tensión.

 

Una campaña nos recordaba hace unos días que las grandes tiendas de internet jamás apoyan las fiestas de tu barrio o que los pequeños comercios locales, que están en peligro de extinción, merecerían la misma protección que el lince o la cigüeña negra. El alcalde de Madrid, sin embargo, se lamentaba el pasado fin de semana de que en Bilbao las tiendas estuvieran cerradas los domingos. Quizá no sepa Almeida que en las comunidades autónomas en las que los comercios no abren los días festivos es donde las pequeñas droguerías, ferreterías o tiendas de ropa han conseguido sobrevivir a los centros comerciales y a las multinacionales del comercio electrónico.

Este mes, en el que se suele comprar por encima de lo necesario, es un buen momento para recapacitar de qué manera podemos consumir de manera más sensata. Y una de ellas es apoyando a los comercios que tienes a tu lado, a los que dejan aquí todo el valor añadido y pagan sus impuestos. 

 

Publicado en el diario HOY de Extremadura el 14 de diciembre de 2022




 

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