
Foto: María José Montero
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 23 de Octubre de 2006
Se oyó la voz del monarca
de que Dios había llegado
y les abrimos la puerta
por temor a lo ignorado.
Iban montados en bestias
como demonios del mal
iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal
Sólo el honor de unos cuantos
les opuso resistencia
y al mirar correr la sangre
se llenaron de vergüenza.
Porque los dioses ni comen
ni gozan de lo robado
y cuando nos dimos cuenta
ya todo estaba acabado.
Y en ese error entregamos
la grandeza del pasado.
Y en ese error nos quedamos
500 años esclavos.
Hoy les seguimos cambiando
oro por cuentas de vidrio
y damos nuestras riquezas
por sus espejos con brillo.
Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero
nuestra fe, nuestra cultura,
nuestro pan, nuestro dinero.
Hoy nos siguen llegando rubios
y les abrimos la puerta
y les llamamos amigos
Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra
lo humillamos y lo vemos
como extraño por su tierra.
Tú, hipócrita que te muestras
humilde ante el extranjero
pero te vuelves soberbio
con tus hermanos del pueblo.
Maldición de Malinche
enfermedad del presente
¿cuándo dejarás mi tierra?
¿cuándo harás libre a mi gente?
En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación
Haga lo que haga es igual
Todo la consideran mal
Yo no pienso, pues, hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos, todos me miran mal
Salvo los ciegos, es natural
Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual
Que la música militar
Nunca me supo levantar
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos me muestran con el dedo
Salvo los mancos, quiero y no puedo
Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla pongo el señor
Y aplastado el perseguidor
Eso si que, si que séra una lata
Siempre tengo yo que meter la pata
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos tras de mi a correr
Salvo los cojos, es de creer
concluir que tampoco es tan grave, de vez en cuando, romper pequeñas normas y burlar estúpidos reglamentos si con ello conseguimos que la población gire sus ojos hacia el mayor problema que afecta al género humano. Si llevamos una semana oyendo hablar más del plató de un vídeo que de levantarse contra la pobreza es porque, desgraciadamente, hay demasiada gente clavando sus ojos en el dedo en lugar de mirar la luna. http://javierfigueiredo.blogspot.com
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 9 de octubre de 2006
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