16 septiembre, 2007

Gambas y libros de texto

La mesa de al lado en aquel velador la ocupaban dos matrimonios que se reencontraban en los primeros días de septiembre. Ya habían tomado una ración de surtidos ibéricos y otra de gambas, pero pidieron pulpo y calamares para seguir con un festín bien regado. Unos comentaron sus 15 días en la playa, el apartamento –que estaba de lujo– y los hartones de pescadito que se pegaban todos los días. Los otros contraatacaron con su semana en el Caribe –no dijeron país– y hablaron de las langostas devoradas en un sitio en el que una pulsera te convertía en algo parecido a un monarca. Las madres se quejaban de que los niños, desde que tienen la pleiesteision, ya no quieren salir. Cuando me levantaba para irme pidieron una de jamón, otra más de gambas y empezaron a gritar contra los precios de los libros: 200 euros les habían costado los materiales que servirán para que sus hijos estudien los próximos diez meses. Unos veinte euros al mes es lo que van a gastar en libros quienes se acababan de meter entre pecho y espalda, en poco más de una hora, 60 euros de cañas y raciones, quienes no tienen problema en gastar 600 euros en consolas de videojuegos ó 2000 durante una semana en la playa. Y además quieren que los libros se los paguemos entre todos y les salgan gratis. Hasta aquí hemos llegado: sé que los libros son caros, que no deberían suponer un coste para quienes no tienen recursos, que se podrían buscar fórmulas para poder reutilizarlos y mil cosas más, pero creo indecente, por no decir otra cosa, que alguien se escandalice por el precio de los libros y no se preocupe casi nada por el de las gambas o los juegos de ordenador.

Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 17 de septiembre de 2007.

3 comentarios:

Luis Leal dijo...

¡Cómo comprendo tu punto de vista! Para decir la verdad, en algunos casos yo creo que este tipo de conversación es inmoral. Es típicamente ibérica, quizás europea, yo qué sé, pero la gente valora las cosas de maneras muy distintas...
Yo siempre me acuerdo de un chico, un antiguo alumno mío (en un pueblo cercano de Évora) que la única cosa que comía por la tarde era la leche que le daban en el cole... Realidades distintas de estos tíos y sus gambas bien regadas...

Evla dijo...

Tienes razón. Una play, por mucho que cueste, siempre es de obligada compra para estos niños de hoy, que van por los museos con la mirada perdida dentro de esos mundos digitales mientras los dedos danzan frenéticos sobre los botoncitos, pero no están viendo nada de su alrededor.Pero los libros...aquí siempre ha habido inquina hacia ellos. Y los papás compran los libros de texto por obligación, claro, si no, ni eso. Y no digamos un libro de lectura por el placer de comprarlo y leerlo. Nanay. Esas cosas son muy caras y aburridas. Me dan pena esas salones presididos por la omnipresente tele y rodeados de una corte de figuritas de porcelana y adminículos como la Play y el DVD y donde no aparece ni un ´solo libro en las estanterías. Y cómo se critican las estanterías llenas de libros (como es mi caso): "Hija, con tanto libro, no tienes espacio para una figura de Lladró..."

Puntos de vista y ... nada más dijo...

Gracias por vuestros comentarios. A veces se agradece saber que lo que uno piensa no son resquicios de ser un bicho raro y que hay más gente que piensa algo parecido

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