Los romanos llamaron provincias a aquellas tierras bajo su dominio que estaban fuera de la Península Itálica. Aunque ya hace mucho de la caída del Imperio, siempre me llamó la atención que muchas derivaciones de este término tuvieran un matiz claramente despectivo. Provincianismo parece una enfermedad incurable y tachar a alguien de provinciano es poco menos que mentarle a sus muertos. También están los reclaman una provincia para El Bierzo o Cartagena, aunque no sabemos si es porque desconocen esos matices o porque no les importa tener “una estrechez de espíritu y apego excesivo a la mentalidad o costumbres particulares”, que es como se define en el diccionario. Así que por un lado tenemos a provincianos sin provincia y por otro a gentes con provincia e inflamada, que la reivindican frente a la de al lado y la defienden de agravios y olvidos. Y en esto llega Ferreira Leite, pone su cara seria (no tiene otra) y le suelta a Sócrates lo siguiente durante el principal debate electoral televisado: Portugal no es una provincia española. Daría la sensación que la profesora es de las que no le gusta que le llamen provinciana, algo loable desde cualquier punto de vista. Pero el provincianismo se combate siendo cosmopolita y abriéndose al mundo, algo que difícilmente es compatible con un discurso que huele más Aljubarrota que a modernidad. Enriquecerse con las diferencias culturales, superar las fronteras y construir sobre ellas mil nuevas formas de cooperación, serán el mejor remedio para superar miedos y fantasmas. El futuro empieza hoy y consiste en hacer de cada intención consensuada una pequeña realidad.
Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 21 de septiembre de 2009.
6 comentarios:
Utilizar el nacionalismo, sea portugués o catalán, como reclamo para obtener ventaja política es utilizar en tu beneficio los peores sentimientos de la gente (victimismo, complejos disfrazados de desprecio al otro, falta de solidaridad, "mi dinero que se quede en MI pueblo", "en el pasado nos dominaron los españoles", "ahora se quieren aprovechar de nosotros", "vamos a ser provincia española e intentarán que perdamos nuestra identidad"...) Lo triste es que es un truco sucio, pero funciona. Como la telebasura. En España sabemos bien que funciona, y mantiene cientos de miles de estómagos de parásitos políticos.
Anónima
Espero que os portugueses, amanhã, demonstrem o seu repúdio ao regresso dos tempos da "outra senhora". Eleger esta figura seria um retorno à ditadura.
Veijios
Anónima, parece que esta vez no le ha funcionado. Fue sacar el fantasma y caer en las encuestas
Lua,
Ditadura talvez não, mas seria uma época escura e triste. Isso sim.
Siempre he tenido esa última esperanza depositada en la cordura de los portugueses. Son mucho mas reflexivos, tranquilos e inteligentes que los españoles. Y que los catalanes y vascos. Los gallegos se parecen a los portugueses, y por eso son los únicos que parece que se resisten a mezclar su identidad con los negocios sucios. Gente buena y con dignidad, a muchos de ellos no les gusta cambiar libertad por dinero.
Lo de la Generalitat es alucinante. El blog que enlazo es de un señor muy de izquierdas, y es increíble lo que nos cuenta, 2.469 informes (en el ejercicio 2007), pagados por adelantado o sin entregar, por ejemplo: "Diseño de un parchis y puzzle de la casita de cartón recortable" (11.368 euros más iva)" o "Seguimiento de las películas que se estrenan dobladas al catalán" (19.800 euros más iva)...
http://fatalesespejosrepetidos.
blogspot.com/2009/09/como-
derrochar-el-dinero-publico-i.html
SI te sirve de consuelo, en otros sítios se hacen también estas tonterías (e incluso más gordas).
Lo de la identidad es algo que no acabo de entender en ninguno de los sentidos, ni cuando lo anteponen a todo ni cuando a otros les molesta porque los unos lo saquen a relucir. Si no tienes tus señas de identidad cuestionadas es más fácil decirle a los demás que no se preocupe por ellas.
No quisiera abrir una trifulca de estas frases.
salud
Ecos en el viento que viene de España
La prensa española ha prestado alguna atención a las elecciones en Portugal, quizás la más grande desde que viven los dos países en democracia, y no nos debemos olvidar que este fue el plebiscito que, además de palabras nuevas en el léxico luso como “arruada”, más ha involucrado las relaciones políticas entre los dos países con temas como el AVE o las declaraciones explosivas (de carácter nacionalista) de Manuela Ferreira Leite que “Portugal no es una provincia de España”.
De acuerdo con algunos puntos de vista de la prensa española, la línea de acción de la actual líder del PSD que no usó su elevada preparación profesional para atacar con argumentos económicos al actual y recién elegido primer ministro, ha tenido un precio altísimo: la perdida de las elecciones y un aumento de la distancia con el PS.
Incluso, la influencia de los medios de comunicación españoles determinó la perdida categórica del partido fundado por Sá Carneiro. El viernes pasado, Luis Filipe Menezes, anterior líder del partido de Ferreira Leite y muy cercano al candidato al ayuntamiento de la capital, Santana Lopes, escribió un polémica crónica en “El País”, donde evidenciaba que era un error dejar de invertir en los tramos de alta velocidad que unirían los dos países y que las relaciones internacionales lusas deberían privilegiar su vecina España. Hasta aquí, nada de nuevo, sino que Menezes afirmó que estas habían sido las elecciones más pobres intelectualmente desde la Revolución de los Claveles.
¿No bastaba ya el grupo PRISA y el telediario de TVI? ¿Pina Moura en Iberdrola? ¿Ahora “El País”? Es evidente que Portugal será siempre un país independiente, sus fronteras, cultura y idiosincrasias están más que consolidadas y todos los rumores de unión ibérica no pasan de lo que son, es decir, rumores sensacionalistas, muy buenos para vender periódicos y hacer encuestas, olvidando que España ya tiene un montón de problemas con los nacionalismos y seguramente que les da igual Portugal. Pero el espacio compartido en la península y las buenas relaciones políticas, sociales y culturales, son un claro ejemplo que Portugal y España tendrán siempre una palabra que decir a la hora de elegir nuevos líderes políticos. Por supuesto que España tiene una postura más fuerte en este ámbito, pero Portugal también es un oportuno aliado de la política española, ya os acordareis de la intervención en “portuñol” de Sócrates en un mitin del PSOE o una ondulante bandera de Portugal en el discurso victorioso de Zapatero en las últimas elecciones para el gobierno en España.
Sin embargo, y a pesar de las dichas influencias transfronterizas, el PS ha ganado pero pierde la mayoría absoluta, sin que el enfoque positivo que su líder quiso dar a su campaña, basado en la determinación de un futuro mejor, en proponer soluciones y negar todas las acusaciones de “asfixia democrática” que ha asombrado su liderazgo, se manifestara en las urnas.
Todo ha cambiado, hay muchas diferencias con los anteriores resultados de 2004, con un PSD connotado con una líder apodada de “Salazar con faldas”, enflaquecido y gritando por cambios de liderazgo (el gran ausente fue el exlíder de la JSD Passos Coelho, ¿Cuál será su próximo paso hacia la dirección del partido?), unas “puertas” abiertas al pasado a través del discurso populista, diciendo lo que se quiere escuchar, de Paulo Portas, el eterno candidato del PP, que ahora es la tercera fuerza política, y la izquierda fragmentada de trotskistas y marxistas (con el Bloque de Izquierda doblando el número de representantes parlamentarios y el Partido Comunista manteniendo los mismos diputados de la legislatura anterior) que se prevé que tendrán de llegar a acuerdos para que el gobierno pueda hacer lo que debe, es decir, gobernar todos los portugueses.
En el "Diário do Sul"
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