La Fura dels Baus es el nombre de un mítico
grupo de teatro que cambió muchas cosas en el mundo de la escena. Desde su espectáculo de inauguración en la olimpiada de 1992 cualquier acto de ese tipo
dejó de ser un desfile de bailes regionales para convertirse en una narración
con parafernalia, actores y cientos de artefactos. Recuerdo una de sus primeras
actuaciones en Extremadura, allá por el año 1985, en el recinto de lo que
acababa de ser la cárcel y que hoy ocupa el MEIAC, con un espectáculo llamado Accions
y que era descrito en los carteles, literalmente, como un pelotazo en toda
la cara. Los que alguna vez hemos jugado al fútbol sabemos lo que hay detrás de
esa definición: normalmente no es un lance demasiado peligroso pero que te deja
aturdido, con necesidad de preguntarse dónde estoy, qué ha pasado y qué tengo
que hacer ahora.
Las encuestas que vamos
conociendo están siendo para muchos como un pelotazo en toda la cara, y
especialmente para los que no veían venir el balón, para quienes creían que el
vaivén entre los dos grandes era un sistema perfectamente asentado en un
turnismo modernizado. Además, se están dando otras circunstancias que jamás habían
ocurrido en nuestra historia reciente, como el surgimiento con fuerza de una opción
política que ha partido de cero absoluto y sin estructura, el hundimiento del
prestigio de buena parte de la clase política y de casi todos los partidos
instalados, la consternación ante casos graves de corrupción y que afectan,
precisamente, a esas élites denunciadas constantemente por Podemos con la
denominación (quizá desafortunada) de casta. Por si esto fuera poco, se
vislumbra la certeza de que la corrupción conocida puede ser solamente una
pequeña parte de lo que realmente ha pasado a nuestra alrededor en las últimas
décadas.
Incluso ante una situación
inédita y con la conmoción a flor de piel, siempre es deseable una dosis de
autocrítica para contestar a todas esas preguntas que citaba anteriormente y
analizar qué ha ocurrido y qué opciones quedan por delante. Pero me temo que,
en muchos casos, la racionalidad necesaria en estas ocasiones está siendo
sustituida por ataques de pánico. Y como a algunos no les basta con estar
acongojados ante cualquier vuelco histórico, han optado por esparcir su miedo
al resto de la población, rememorando aquella histórica viñeta de Chumy Chúmez
en la que un político desde su estrado daba a elegir al pueblo entre el caos y
la continuidad, al tiempo que las masas, con muy buen criterio, optaban por el
caos.
Una canción de Tracy Chapman decía que empezando de cero no hay nada que perder. Así se siente demasiada
gente en este país: con la obligación de tener que empezar casi desde la nada y
sin miedo a las incertidumbres con las que amenazan quienes ven en peligro sus
poltronas. El tiempo nos dirá el final de esta apasionante historia que ahora
comienza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario