22 septiembre, 2005

Discriminación religiosa

Discriminación religiosa

Los obispos auguran un otoño caliente porque creen que su credo está siendo discriminado en las aulas. Desde luego, quienes así piensan jamás han hecho el ejercicio de ponerse en lugar del otro porque verían lo difícil que es intentar educar a los hijos al margen del influjo clerical. En las escuelas públicas, y desde los tres años, los niños de padres que no quieren formación religiosa se ven en tesituras tales como declarar sobre sus creencias religiosas o de ver cómo sus retoños son expulsados de su aula habitual para ser ocupada por un profesorado que es elegido digitalmente por la Iglesia pero pagado de los fondos públicos. En el mejor de los casos, los tutores se llevan a las criaturas a hacer tareas formativas interesantes pero también ocurren casos de alumnos que acaban por pasar esas horas en otros grupos sin entender qué han hecho ellos para tener que sentirse como los bichos raros. Es por eso que muchos padres que preferirían que sus hijos no fueran a religión acaban por pasar por el aro: saben lo que se les viene encima. Cedemos los espacios públicos a las confesiones, pagamos a sus catequistas y todavía quieren fiscalizar qué hacen los hijos de los agnósticos. ¿Tan difícil es que quien quiera recibir esa formación religiosa lleve a sus vástagos a parroquias o mezquitas? ¿Por qué no los llevan por la tarde y evitan problemas a quienes se quieren mantener al margen? Dicen sus eminencias que ser católico se está poniendo muy difícil aunque ignoran lo complicado que se lo ponen a los que no quieren serlo.

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