La patria del dinero
Del dinero se ha dicho que no tiene patria ni sentimientos aunque en torno a él podemos hacer una exposición universal de paradojas: hay quien cree que la oferta y la demanda no deben tener cortapisas y no les importa teñir sus fondos de naranja y enviarlos a Holanda, pero esos mismos pueden poner el grito en el cielo si el recibo de la luz se emite junto al Mediterráneo en vez de en la ribera del Manzanares. Hay quien critica que la mayor parte de los hipermercados y redes de distribución sean francesas mientras aplaude la llegada de grandes almacenes españoles Portugal. No parece que el sentimiento nacionalista sea más poderoso caballero que el maldito parné y se vislumbra que, tras las voces que sitúan al tripartito catalán como un agazapado cobrador de la luz, no hay una cuestión de banderas sino de simple lucha por el poder. Lamentablemente, los votantes de izquierda que apoyaron al actual gobierno catalán se verán muy poco beneficiados de la subida de las acciones y más de un potentado se estará frotando las manos en Valencia o en Madrid: A fin de cuentas, quienes no ganarán nada en la trifulca entre las empresas energéticas son quienes pagan los recibos con dificultad y ni se plantean comprar acciones.
Javier Figueiredo
17 septiembre, 2005
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