Un programa de la televisión portuguesa ha estado durante varios meses buscando al más grande de sus personajes históricos. El formato estaba copiado de otros países y los ingleses acabaron eligiendo a Winston Churchil. La cuestión es que nuestros vecinos estuvieron manejando nombres de literatos, reyes fundadores de época medieval, futbolistas y la consabida cantante de fados, hasta que a la gran final llegaran dos políticos del siglo XX: el líder histórico de los comunistas portugueses perdió frente un longevo dictador de corte fascista llamado Salazar. La duda que nos asalta es si un programa así acabaría dando en España unos resultados similares. Todo apunta a que no sería imposible por varias razones: no existe memoria histórica, se han acallado las brutalidades del totalitarismo en aras del consenso y, quizá lo más importante, existe una enfermedad bastante generalizada de quedarse en la anécdota sin reflexionar sobre el fondo de los asuntos. Sirva de ejemplo la intervención Zapatero ante las cámaras para responder preguntas de la ciudadanía: casi todo el mundo se quedó con la tontería del precio del café porque siempre es más fácil el comentario jocoso que hablar de la exclusión social o del vergonzoso enriquecimiento de los propietarios y especuladores de viviendas a costa de las hipotecadas vidas de las clases trabajadoras. Sabemos que entre nosotros viven demasiados partidarios del “vivan las cadenas”, pero mantengamos la esperanza de que, al contrario de lo ocurrido en Portugal, seríamos capaces de poner a Ramón y Cajal o a Cervantes por delante de Franco o Fernando VII.
Publicado en EL PRIÓDICO EXTREMADURA el 2 de abril de 2007
Publicado en EL PRIÓDICO EXTREMADURA el 2 de abril de 2007
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