Nos enseñaron a no llorar
abriendo bien los ojos
para que la lágrima
no hiciera un surco en el rostro
con un sincero movimiento involuntario del párpado.
Cierro los ojos
y bebo en tus páginas de
girasoles siempre
mirando al sol,
de la vida nos iremos
tranquilos, teniendo
ni el remordimiento
de haber vivido.
Y en cada verso de él
voy encontrando tu voz.
Me encuentro cosas, rebuscando allí y allá. A veces no digo dónde las encontré, ni cito autores. De nada me apropio y de nada me lucro. Es así que los versos son de todos. Los buenos y los malos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario