Si alguien lee una columna con este título en un periódico publicado en Extremadura, podría encontrar, en ocasiones, palabras gruesas y hasta un tono apocalíptico. Maldecir del rincón peninsular del nordeste ha sido durante mucho tiempo una manera de ganarse el aplauso fácil al final de la barra y palmaditas en la espalda de la gente más carca. La semana pasada nos juntamos unos cuantos políticos, profesores y columnistas de Extremadura para hablar de las relaciones entre esta tierra y la catalana. Faltaban pocos minutos para clausurar el encuentro de Alcántara y por la mesa corría un artículo sobre Cataluña con adjetivos que la calificaban de antigua, elitista, rencorosa, acomplejada, insolidaria, victimista, prepotente y ridícula. Mientras llegábamos a la conclusión de que había que hacer un esfuerzo por conocerse, mientras concordábamos con las palabras de Javier Moreno Romagueras y su llamada a bajar el diapasón, mientras asentíamos a las de EnricJuliana pidiendo que aprendiéramos de los portugueses el concepto de respeto, la realidad nos daba un vuelco y nos devolvía al punto de partida. Son tantas las razones para amar y admirar esa tierra, que uno no está dispuesto a cambiar de opinión por lo que diga un concejal en un blog o por lo que decidan votar libremente sus ciudadanos. Admiro la pluralidad de un parlamento con seis fuerzas políticas, la estética cooperativa que plasman en costumbres como la sardana o los castellers y me parece loable (y no criticable) que doce periódicos escriban un editorial consensuado. Los que crean en el enfrentamiento entre pueblos y territorios que no cuenten conmigo.
P.S. Sé que a alguna persona, habitual lectora de este blog, no le gustará esta declaración de intenciones. A veces hay que decir lo que se piensa y lo que se siente. Ponerse en la piel del otro es la mejor forma de entendimiento que existe, incluso cuando el otro no siempre te corresponde.
8 comentarios:
Totalmente de acuerdo, hay que ponerse en la piel del otro.
Un placer leerte.
Creo que voy a hacer un post con lo que se a escrito sobre esas jornadas ¿os puedo usar?
He leído a Juliana, a Centeno, a ti, a Corcovado ¿Hay alguno más?
Corcobado, joe
Hola, buenas noches!
Llegué a ti desde la Vanguardia al leer la columna escrita sobre Extremadura por Enric Juliana. Hay puentes y claro que los hay y los habrá. Yo soy uno de ellos creado por una joven de Valencia de Alcántara y un joven de Figueres (Girona) que se enamoraron en 1972 y nos crearon a mi hermana y a mi. Fuimos educadas en el respeto a las dos culturas y aprendimos a amarlas. Soy catalana acérrima, amo mi tierra y no por ello dejo de amar las otras. Me unen muchos lazos a tu tierra, así como también a Portugal. Gracias por tus palabras. Son de ellas que se construyen los puentes.
Una abraçada.
Salut!
Pues yo sí que estoy de acuerdo contigo, Javier.
Me alegro Vernok
También estoy de acuerdo contigo, aunque no me guste eso de doce editoriales conjuntos. Recelo de los salvapatrias, salvadignidades y similares, y más cuando hay unanimidad. Sigo pensando que el mayor problema no es que en un instituto de Cataluña (así, por favor, con eñe) no se estudie español, sino que en Extremadura sea imposible (o muy, muy difícl) aprender catalán. Es decir, ¿en qué colegio, instituto (público, privado o concertado), o escuela de idiomas de Extremadura se puede aprender catalán? Eso sí me parece grave, pues percibimos que el catalán nos es ajeno, más que el inglés, francés, portugués, alemán o italiano. Y a partir de ahí, todo lo demás.
Chema. Se puede aprender portugués en 27 universidades alemanas y seis españolas.
El otro día saqué este dato en una conversación y me espetan:
- Los alemanes son gilipollas.
¿Qué le vamos a hacer!
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