10 mayo, 2010

Atenas 2004

El portugués posee la expresión ver-se grego para definir aquellas situaciones en las que uno se ve desbordado y agobiado por las circunstancias adversas. Si uno repasa la prensa de los últimos días de agosto de 2004, se dará cuenta de que la construcción del infierno pasó inadvertida para casi todos los gurús y analistas celestiales de la economía planetaria. Un artículo editorial de este periódico decía que Grecia era un país que arrastraba grandes retrasos en comparación con el resto de las potencias de la Unión Europea, pero que había demostrado una capacidad organizativa en la que muy pocos confiaban. El mismo New York Times se quitaba el sombrero ante la organización y lamentaba que los juegos no se realizaran siempre allí para aprovechar todas las inversiones. El resto de la prensa mundial trataba afanosamente de encontrar adjetivos para un pequeño país que había demostrado tener la capacidad de un gigante en todos los aspectos. hubo algunos grupos de izquierda, de esos que llaman de forma despectiva anti-sistema, que vieron los peligros para la estabilidad económica de un país que se había gastado siete mil millones de euros en estadios e infraestructuras. En seis años todas las alabanzas se han vuelto reproches y las medidas aprobadas por el parlamento griego afectarán gravemente a las vidas cotidianas de trabajadores y jubilados. Para los causantes de la crisis, como cabía esperar, no habrá ni agobios, ni castigos, ni petición de responsabilidades. Ese es el problema de la expresión portuguesa: ver-se grego es algo que siempre le toca a los mismos, en Grecia y en Pernambuco.

Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 10 de mayo de 2010.

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