Lo que somos, nuestra manera de ver el mundo, se la debemos en gran parte a pequeños detalles que hacen que tomemos un camino o que empecemos a pensar de otra manera. En la navidad del año 1976 hicimos el habitual viaje de regreso desde Monzón (Huesca) hasta Badajoz, en un Renault-6, con tres cintas de casete que mi padre había comprado aquella tarde: el primer álbum de La Bullonera, el primer álbum de Joaquín Carbonell (Con la ayuda de todos), y una cinta de Labordeta, del álbum Cantes de la tierra adentro. Aquellos viajes duraban 14 horas, salíamos muy de madrugada, y era habitual que nos parara la Guardia Civil ante la extrañeza de ver un coche de Badajoz por esas carreteras y a esas horas. Mi madre escondía las cintas en un acto reflejo a pesar de que el dictador había muerto hacía un año (no así la dictadura).
Esas tres cintas de casete me las aprendí de memoria. Los tres años siguientes no pedía otra cosa cada vez que me tenían que hacer un regalo y así fui recopilando casi toda la discografía. Y todavía la tengo en viejos casetes de movieplay, con una etiqueta de color rojo anaranjado que se acababa despegando. No exagero si digo que escuché doscientas veces el disco Labordeta en directo (1977) y cuando en clase nos dijeron que teníamos que recitar un poema, allí fui yo con el Retrospectivo existente de su hermano Miguel, asombrando al hermano marista y poniendo un toque de color entre los cañones por banda de mis compañeros.
Tres veces lo vi actuar. La primera en unas fiestas de Fonz (Huesca) y después en las dos únicas veces que actuó en Badajoz, una en el teatro López de Ayala y otra en el Salón de Actos de Magisterio. Allí pude hablar con él y me firmó su ejemplar de Aragón en la mochila.
Para los aragoneses se va una figura importantísima. No creo que haya territorio peninsular en el que una persona, con una posición política tan definida y tan poco ambigua, pueda suscitar tantas unanimidades y adhesiones, incluso de quienes no piensan como él. Polifacético, divulgador de las tierras y las gentes en aquellos magníficos programas de televisión, se nos va un hombre irrepetible, al que debería rendirse homenaje dentro y fuera de Aragón.
Muchas veces he pensado que mi manera de ver el mundo se la debo, en gran medida, a aquellas tres cintas de casete. Por eso, esta mañana, cuando he sabido que Labordeta se había ido, he tenido la sensación de que se me iba un pedazo de vida.
1 comentario:
Cuando esta mañana me enteré de la noticia, me sentí muy cerca de tu dolor por su pérdida.
Gracias de nuevo por haberme despertado la curiosidad por él hace ya tantos años.
Un saludo.
Manuela
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