26 marzo, 2012

Letra clara


Me encontré un impreso en el que aconsejaba escribir a máquina o con letra bien clara. Por un momento recordé lo útiles que fueron aquellos armatostes, su peculiar ruido y lo rápido que han desaparecido de la historia. Y es que en ocasiones el tiempo se nos viene encima y seguimos utilizando las mismas herramientas que en épocas lejanas. Quizá la huelga sea uno de esos instrumentos que algún día habrá que replantearse. Nació con las revoluciones industriales, cuando los que producían no tenían otra forma de hacerse notar sino abandonando las fábricas y los talleres. Gracias a esas denostadas huelgas de nuestros abuelos y tatarabuelos hoy existen países en los que no trabajan los niños, hay jornadas de trabajo soportables por el ser humano, hay días de descanso semanal y un mes de vacaciones, no se pierde el trabajo cuando uno enferma y existen derechos laborales. La verdad es que no conozco a nadie que quiera renunciar a ninguno de esos derechos debido a la contaminación que podría suponer el haberse conseguido mediante huelgas. Es duro decirlo, pero no hay ni un solo derecho social que haya sido gentilmente concedido sin haber sido arrancado en difícil brega. Pretender que se abra el debate sobre los instrumentos reivindicativos de los trabajadores, en estos momentos, es un burdo señuelo para distraer la atención sobre lo que en realidad está en juego en los próximos días: la imposición de un modelo de relaciones laborales en el que los asalariados retroceden varias décadas en el tiempo hasta reencontrarse con aquellas Olivetti. Huelgan las palabras y las conclusiones cuando la letra está tan clara. 

Publicado en la contraportada de ELPERIÓDICOEXTREMADURA el 26 de marzo de 2012.

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