Admiro a la gente que se equivoca y que lo reconoce, a quienes se desdicen
y exponen sus motivos, ya sea por una equivocación de cálculo en el pasado o
porque las circunstancias sobrevenidas aconsejan un cambio de parecer. Siempre puede surgir una razón de peso que
haga modular una posición y eso es algo que requiere, para no parecer una
veleta en un tejado, el reconocimiento sincero de que la rectificación existe y
que no es mero tacticismo.
No hace falta ser científico para llegar a la conclusión de que
repetir las mismas acciones y procedimientos acaban llevando a resultados casi
idénticos. Alguien usaba hace unos meses este razonamiento intentando encontrar
una solución a las elevadas tasas de desempleo de algunas regiones (entre las
que, desgraciadamente, estaba
Extremadura), porque en los últimos veinte años se han repetido hasta la
saciedad medidas que ni suponen un cambio radical en la formación de las
personas desempleadas, ni apuntan a una modificación sustancial del sistema
productivo. Un asunto este que habrá que abordar urgentemente cuando pase la
tormenta electoral.
Parece que no se va a mover casi nada. El pacto firmado entre el
PSOE y Ciudadanos fue sometido a dos votaciones en el Congreso y solo consiguió
arrancar, en la segunda de ellas, el voto afirmativo de la diputada
canaria. El domingo el titular de este
periódico afirmaba que los dos firmantes de ese pacto se mantenían unidos para
negociar con otros partidos. Esa actitud supone que están dando por sentado que
son los otros, y no ellos, los que se han equivocado. Algún día tendrán que
explicar qué metodología del acuerdo es esa en la que invitan a otros a decir
que sí a todo, sin haber podido intervenir en la negociación y pidiendo un
asentimiento casi a ciegas. Además, va a ser difícil que salgamos del atasco en
un santiamén, porque la puesta en escena de los posicionamientos no ha ayudado
lo más mínimo y los desprecios realizados a posibles futuros socios necesitarían
de un tiempo de duelo del que ahora no se dispone.
La máxima latina dice que errar es humano y atribuye a otros (no
diré a quiénes) el defecto de perseverar en el error. Todo parece indicar que en esta teoría de
juegos nadie va a reconocer sus excesos, sentarse de igual a igual, contar uno
a uno los votos humanos que respaldan a cada formación, calibrar el porcentaje
de esencia programática que deberá aportar cada parte contratante y sentar las
bases de un nuevo acuerdo, quizá con otros actores principales y diferentes apoyos
externos. Es tiempo para ser audaces: el PSOE debiera saber que, si tan odioso
es Podemos para gobernar, también debería serlo a la hora de demandarle su
apoyo. Ciudadanos habría de tener en cuenta que su apego al PSOE le puede hacer
perder votos a su derecha. Y del PP no diré nada, porque lo de perseverar en el
error de la corrupción se les ha hecho crónico.
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