12 julio, 2017

Nuevas expresiones


Me gustaría conocer la trazabilidad de las palabras y las expresiones que usamos. No me refiero a la etimología, que para eso ya hay lingüistas que han investigado todos los orígenes posibles, sino al proceso que lleva a que determinadas palabras que casi nadie usaba pasen a ser omnipresentes. Alguien que tenía que valorar proyectos y estrategias comentaba que era difícil encontrar una página en la que no apareciera el verbo implementar o las famosísimas sinergias y resiliencias. Son palabras que ya existían pero que tenían un uso muy restringido y que han dado un salto y ya se pueden escuchar en las tertulias de los medios de comunicación. Bienvenidas sean estas nuevas modas si lo que hacen es enriquecer las escasas dos mil palabras con las que se manejan diariamente la mayoría de las personas y que acaban por dar la razón a quienes nos venden lo de aprender un nuevo idioma con solo mil.

Luego están aquellas expresiones que parecen traducciones calcadas y que a simple vista nos parecerían incorrectas, como ocurre con poner en valor. No hay discurso que se libre de la locución y hace ya unos años, cuando empezó propagarse como un virus, el profesor Lama mepuso en la pista de que el diccionario de Manuel Seco la recogía y usaba como fuente una noticia de este diario HOY de 24 de septiembre de 1974.

No son estas las expresiones que nos sacan de quicio a los que tenemos cierta preocupación por el lenguaje sino otras, que se clavan como canción pegadiza de la que uno no es capaz de zafarse. Hace ya unos años escribí sobre esa horrible coletilla de los políticos de rematar cada propuesta con un "como no podía ser de otra manera". En este caso ya no es un problema de construcción gramatical sino de consideración intelectual hacia el oyente, porque salvo que el político en cuestión nos esté recitando el principio de Arquímedes o algo similar hay millones de cosas que pueden ser de otra manera (y en muchos casos sería deseable). Imagino que alguien les habrá dicho que con ese colofón la afirmación se hace más rotunda y creíble, que convierte su propuesta en indiscutible.

Lo peor que hemos encontrado en los últimos años es la invasión en todas las conversaciones de algunos de esos engendros procedentes del lenguaje político como la falsa disyuntiva del "sí o sí", el horrible "eso no, lo siguiente", por no mencionar a los que convierten el verbo "flipar" en transitivo o a los que no dejan de "petar" a todas horas, quizá ignorando el origen del verbo. Sería insoportable si no fuera porque estas nuevas expresiones serán pronto tan viejunas como el "guay del Paraguay", el "chachi piruli" o "la cagaste Burt Lancaster".  Mientras tanto me gustaría saber quién puso de moda alguna de estas que nos asaltan día a día y que, en opinión de más de uno, merecerían un reproche social por los daños que nos causan cada vez que las escuchamos.

Publicado en el diario HOY el 12 de julio de 2017.

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