11 agosto, 2021

La urgencia unánime

Siempre tuve la sana costumbre de acercarme a los kioscos y ver las portadas de los periódicos, pararme a pensar por qué unos habían elegido el asunto del día, por qué obviaban algo importante o qué les llevaba a dar tanto espacio a algo irrelevante.

Ayer fue uno de esos días en los que más me han impresionado las portadas de los periódicos de todo el mundo. En primer lugar porque eran unánimes y todas abordaban el mismo asunto. No era la primera vez que esto ocurría y ya recuerdo fechas similares, como cuando cayeron el muro de Berlín o las Torres Gemelas de Nueva York. La diferencia era que, mientras aquellas noticias provocaron giros históricos o guerras localizadas, lo de ayer era una advertencia que afecta a todas las personas y seres vivos del planeta, independientemente del lugar en el que viven y de las cifras que guarden en sus cuentas corrientes.

 


 

António Guterres, el portugués que está al frente de las Naciones Unidas, nos alertaba anteayer del contenido del informe que ha llevado a cabo el Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático. No lo han redactado cuatro indocumentados ni aquel primo físico de Rajoy, sino más de doscientos expertos de 66 países distintos y que han analizado la situación y las posibles consecuencias de la aceleración del calentamiento global.

Los datos son indiscutibles y nos dicen que hay pocas esperanzas de revertir los daños causados, incluso si nos pusiéramos a hacer, deprisa y corriendo, todos los deberes que hemos estado postergando: en 2030 la temperatura media habrá aumentado 1,5 grados con respecto a la de los niveles de la era preindustrial y los más pesimistas creen que en 2050 el aumento podría ser de 2,5 grados.

En las portadas de ayer había fotos de inmensos incendios en California, Grecia o Turquía, imágenes que entendemos perfectamente quienes hemos sufrido tragedias similares cercanas en Extremadura o en Portugal. Los expertos dicen que cada vez serán más frecuentes este tipo de episodios y que padeceremos más olas de calor, más lluvias torrenciales como las de Alemania, la progresiva descongelación de los polos y subidas del nivel del mar que podrían inundar los anhelados apartamentos de primera línea de playa.

La presentadora del tiempo dice que nos vamos a achicharrar los próximos días y esperemos que no traiga fatales consecuencias. Bienvenidos sean los sofocos si nos sirven para cambiar el chip y empezar a comprometernos con la defensa de la vida en el planeta, tarea que incumbe no solo a gobiernos sino también a la ciudadanía. Si tan unánimes eran ayer las portadas de la prensa de todo el mundo, unánimes deberían ser las respuestas: está en juego que las chicas y chicos que se están vacunando esta semana puedan seguir disfrutando de la vida en este planeta en condiciones similares a los que hemos gozado quienes ya tenemos una edad. Quizá sean muchos usos, muchas costumbres, muchos modelos productivos y de transporte los que deberíamos comenzar a cambiar radicalmente.

Mañana volveré a leer los periódicos, en los que me gustaría que hubiera más espacio para la mayor urgencia a la que nos enfrentamos como género humano. 

 Publicado en HOY el 11 de agosto de 2021.


 

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