20 abril, 2022

Indefendibles e indefensos

Cuento con frecuencia que el día anterior a matricularme en la Universidad mi madre recibió una llamada de mi tío, que entendía que por ser tan parlanchín debería apuntarme a Derecho y dedicarme a la abogacía en lugar de enredar con esas cosas de las lenguas vivas y muertas. La verdad es que desde la infancia me había convertido en valedor de causas perdidas, pero me temo que no habría triunfado en esa admirable profesión porque me costaría defender aquello en lo que no creo.

Al ir conociendo los detalles de las presuntas tropelías de Alberto Luceño y Luis Medina, me he alegrado de haber ido por otros derroteros y de no tener que representarles ante un tribunal. No habría sido capaz y, como entiendo que toda persona tiene que ser defendida, es mejor dejarlo en manos de quienes sabrán hacerlo de la mejor manera posible y que no tengan tantos miramientos tontos como un servidor.

Reconozco que me cuesta entender cómo nos ha podido pasar todo esto. Si las administraciones públicas son lentas a la hora de materializar una compra urgente y necesaria, como era el caso de las mascarillas en marzo de 2020, se debe en gran medida a que tienen que seguir mil trámites y cientos de precauciones que aseguren que cada céntimo público se gasta limpiamente y sin amiguismos. Si no hubiera habido tanto pillerío y tanta corrupción en el ADN patrio, desde Isabel II hasta nuestros días pasando por Matesa, Filesa, Roldán o la veintena de sumarios desgajados de la Gürtel, quizá todo podría haber sido más sencillo.

Lo que han hecho Luceño y Medina quizá no sea el récord de España. Me suena que algunos casos recientes consiguieron desviar mayores caudales públicos a manos privadas por arte de birlibirloque. Probablemente la gravedad se deba a que se han sumado tres aspectos que han convertido en una obscenidad lo que en otros momentos o con otros modos habría pasado como una simple mordida o el típico caso de nepotismo-amiguismo. El primero de ellos ha sido que aprovecharan un contexto tan trágico como el sufrido marzo de 2020; el segundo es el descaro con el que intentan quitarse la culpa de todo y endosársela al Ayuntamiento que les firmó y avaló casi todo; el último es la impúdica y frívola manera de gastarse los pingües beneficios saqueados de los bolsillos de unos ciudadanos a los que les cuesta pagar el alquiler.

Otro día habrá que hablar de quienes les dejaron hacer y les firmaron deprisa y corriendo todo lo que les pedían, pero no quisiera olvidarme de detalles que dicen mucho. Cuando alguien escribe «pa la saca» en el asunto del correo en el que comunica a su socio que ya le han ingresado una comisión de ese tipo, está confesando su catadura moral y su intencionalidad de enriquecerse con la necesidad y el dolor ajeno.

Sí. Sé que nunca habría podido defender a gente como Luceño y Medina, pero estoy seguro de que habrá letrados con conocimientos y habilidades para que ambos salgan bien parados de este espinoso asunto. Imagino que es más rentable patrocinar a los indefendibles que abogar por los indefensos. ¿No?

 

Publicado en el Diario HOY el 20 de abril de 2022

 


 

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