17 septiembre, 2006

Europa migratoria


Si un territorio se ha destacado históricamente por su capacidad migratoria para poblar y repoblar tierras lejanas es Europa. Durante siglos dominó de forma colonial África, América y Oceanía, impuso su lengua y su cultura por las buenas y por las malas, sojuzgó a las poblaciones a las que llamó indígenas aunque no tuvieran nada que ver con India, y no tuvo que pedir papeles para moverse por el mundo y hacer avanzar eso que llaman progreso. Hoy, gracias a los beneficios obtenidos durante siglos esquilmando materias primas y esclavizando medio mundo, la vieja Europa es ahora el destino de los movimientos migratorios universales. Quienes vienen aquí hoy tienen algo en común con aquellos europeos que también buscaban allende los mares un futuro mejor y mayor riqueza. La diferencia radica en que quienes se aprovecharon del “todo vale”, ahora quieren marcar las normas a los demás. La libertad de circulación de mercancías, de información y de conocimiento que se propugna sólo admite una excepción: los seres humanos. ¿Tanta historia, tanta ética y tanto pensamiento para acabar colocando a las personas en el último escalafón de las escala de libertades? Los emigrantes que la fortaleza europea rechaza aspirarían a conseguir la dignidad y el buen trato hospitalario que damos a un cargamento de cacao o a un contenedor de maderas tropicales. Parecerá humor negro pero no nos extrañe si algún día nos vienen pidiendo que no los consideremos personas sino carne en estado vivo. Por cierto, ¿podríamos los europeos dar un ejemplo histórico propio de nuestra manera de emigrar para ponérsela como modelo a los que quieren venir?
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 18 de septiembre de 2006

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