Ser laureado en cualquier competición con reglas objetivas tiene mérito. Normalmente, quien suele ganar es porque lo hace bien -no siempre. Los premios literarios se parecen más a la lotería que a un campeonato de fútbol. Influyen mil cosas y, en ocasiones, se tiene en cuenta la calidad literaria.
Cuando le dieron el Nobel a Saramago mi madre me llamó para contármelo y felicitarme. Enfrascado en la conversación le advertí que el premio se lo habían dado a Saramago, no a mí. Pero luego reparé en que cada vez que premian a un escritor que nos gusta uno se siente como si le hubieran galardonado.
Millás acaba de recibir uno de esos premios importantes del planeta y me alegro porque, sin haber leído su novela autobiográfica, tengo la certeza de que no le va a faltar calidad. Mi cuenta corriente no va a tener la "mejora" que va a recibir Juan José, pero tengo la estúpida sensación de que cada lector de Millás ha recibido una pequeña parte del premio.
El próximo viernes volveré a leer su columna, a aprender un poco de esa magia de dejar las historias abiertas. La estupenda fotógrafa Teresa Benítez me hizo esta foto hace un tiempo y hoy la he encontrado. Casi me había olvidado.
1 comentario:
Yo me alegré con lo de Saramago, con lo de Pahmuk, con Lessing, con Kertész... Pero hijo, es que a Millás no le aguanto.
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