25 agosto, 2008

La educación y los ciervos


Acabo de leer un magnífico libro de Eduardo Galeano, titulado Espejos, en el que cuenta 600 pequeñas anécdotas sacadas de la Historia con mayúsculas y que nos ayudan a pensar sobre lo que queda oculto al margen de las glorias. Uno de esos pasajes hace referencia a la condesa Dhuoda, que allá por el siglo IX escribió en latín un libro de consejos para la educación de su hijo. Es digno de recordarlo en unos momentos en los que hay demasiada gente abogando por esa concepción rancia de la educación que tiene como pilares la disciplina, la autoridad y el tan manido esfuerzo. La condesa, lejos de apostar por las imposiciones, usaba los verbos aconsejar, mostrar y sugerir como elementos fundamentales de la educación, al tiempo que invitaba a aprender de los ciervos. Estos animales atraviesan los anchos ríos nadando en fila, uno detrás de otro, con la cabeza y el cuello apoyados en el lomo del anterior. De esta manera, unos se sostienen a otros y les permite a todos atravesar el río más fácilmente. Cuando ven que el primero está cansado, lo hacen pasar al último puesto y otro se coloca en primer lugar. Después de leer esto uno no deja de asombrarse con la diferencia entre este pasaje y lo que muchos preconizan para nuestras escuelas, que no es otra cosa que colocar a todos los ciervos en posición de salida, dar el pistoletazo y hacerlos competir hasta ver quién llega el primero y quiénes son los engullidos por la corriente. El Liber Manualis no hablaba de nuevas tecnologías, ni de ordenadores por alumno, pero en algunos momentos superaba en humanidad a quienes añoran la vieja escuela.


Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 25 de agosto de 2008.

5 comentarios:

Ruth dijo...

Bonita y necesaria entrada, no se trata de debatir, de apresurarse de competir para ver quien llega el primero, todos nos necesitamos, un miembro se complamenta con el otro porque todos los miembros son necesarios, de la misma manera es necesario tanto en educación, como en cualquier ámbito de nuestra vida el aprender, el enseñar, el practicar el compañerismo mas que el rivalismo.
Siendo conscientes, seremos portadores de esta necesidad que tanto necesita nuestra ciudadanía.
Un abrazo en esta tarde.

Paco Centeno dijo...

Magnifico comentario.
Faltan muchas cosas en nuestro sistema educativo pero una bien barata es promover más el trabajo en grupo.
Un saludo

Feli dijo...

Buen ejemplo el de los ciervos. Y me sugiere algo más: No son siempre los mismos los primeros. La enseñanza competitiva daña tanto a los que va dejando atrás como a los que planta la etiqueta de "excelentes", menudo agobio llevar ese peso encima.
Avanzar juntos, sintiendo que todos podemos tirar del carro en algún momento, desde nuestra especifidad y nuestros puntos fuertes (todos tenemos algunos).
Sin embargo, en esta línea hemos "reculao" estrepitosamente con el nuevo sistema de evaluación que impone calificaciones (sobresaliente, notable...) hasta en Primaria. Es que parece que aquello de progresa adecuadamente "igualaba demasiado".

Un abrazo

Puntos de vista y ... nada más dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Reconforta saber que uno no está solo en el mundo en este asunto.

Anónimo dijo...

Los ciervos se representan siempre saltando entre matorrales, perseguidos por una jauría de alanos. Pobres venados. Hay muchas reproducciones de esta escena en las casas de pueblo, colgadas encima del tresillo. Y en los mesones y bares, sobre la chimenea, enfrente de la tele. Nadie se fija ya en ellas ni piensa en la situación dramática del animal indefenso y acosado. Forman parte de un decorado que parece no existir. En realidad, son cuadros que se usan para tapar la pared.
¿Pero, por qué siempre el ciervo? Tal vez porque es la pieza que el cazador quisiera tener siempre en casa, aunque sea pintada en una postal cuanto más grande mejor. Puede ser. A veces pienso que el ciervo debería compartir con otras criaturas como las ninfas la posibilidad de convertirse en planta a voluntad, para confundirse en ese momento con el exuberante paisaje que le rodea, hasta desaparecer de la vista. Qué chasco se llevarían entonces los perros...
Los ciervos de los que tú hablas no los había visto jamás. Algún pintor de tienda de muebles se debería atrever a pintarlos así. Pero sería poco comercial. Todo el mundo prefiere la jauría y la pieza de caza tradicional.


Aunque tarde, te felicito por el post. Saludos.

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