Ya hablé de este asunto un día en el blog, pero tenía que publicarlo en la prensa. Mi conversación con María, de la Asociación de Perjudicados por las Incautaciones del Gobierno Franquista, me hizo ver la poca relevancia que estos asuntos habían tenido en los medios de comunicación. Sé que no es mucho, pero es lo mínimo que se puede hacer. Tengo que reconocer que he llegado tarde a la literatura de la guerra civil. Se pusieron de moda hace unos años, cuando estaba enfrascado en las literaturas de otras lenguas y he ido recuperando algunas cosas. Me gustó La mala memoria de Isaac Rosa, sobre todo si pensamos en lo joven que era al escribir esa novela. Este verano, impulsado por tanta gente, me zambullí en El corazón helado de Almudena Grandes. Y acaba el verano, con el recuerdo fresco de personajes deleznables como Julio Carrión, y mi padre me trae el papelito. Por unos días me parecía estar en una novela, uniendo hilos familiares desde la Guerra Civil hasta nuestros días. Así que ahí lo dejo, con la esperanza de que algún día se haga justicia.
Esta es la columna de hoy lunes, 6 de octubre, en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA
Esta es la columna de hoy lunes, 6 de octubre, en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA
El mismo día de septiembre que se volvía a hablar de los horrores del franquismo encausados por Garzón, mi padre me entregaba un documento que había encontrado este verano en la casa que heredó de su abuelo materno. Estaba fechado en noviembre de 1938 y hablaba, literalmente, de papel moneda puesto en circulación por el enemigo. Atando cabos averigüé que se trataba del documento que le dieron a mi bisabuelo a cambio de todos los ahorros de su vida, setecientas diez pesetas de las de entonces. Nunca supimos nada de ese papel, estaba más escondido que ninguno y se encuentra en un estado impecable. Supongo que mi bisabuelo tuvo que entregar todo el dinero que guardaba, que había sido emitido por el gobierno republicano, cumpliendo el decreto de Franco que aparece citado en el documento. Tecleé en internet los datos del decreto y me aparecen las siglas de una asociación de perjudicados por las incautaciones del gobierno franquista. Les envié una copia para saber si ese dinero había sido recuperado o no, pero desde la APIGF me respondieron que, si teníamos el papel, es porque nunca se devolvió. Y así acabé hablando con María, una de las mujeres de esta asociación, sobre las tristezas silenciadas y sobre esa otra página de la historia que pasamos sin leer: no se conformaron con que el ejército de la república estuviera cautivo y desarmado, ni con reprimir con cárcel, muerte y exilio a los disidentes, sino que también acabaron robando impunemente. Ya hubo leyes para devolver lo incautado a algunos partidos y sindicatos, pero las personas, las que vivieron el drama en soledad, siguen esperando.
3 comentarios:
En "La amargura de la memoria" de José María Lama (libro imprescindible de leer para todo aquel que sea o viva en Zafra sobre la guerra civil) se habla también de ese expolio. De gente que iba a fregar a casa de los señoritos y se encontraba allí los muebles (sus escasas, casi nulas pertenencias) que les habían robado los sacrosantos levantadores de su nueva (puta) España.
Pero no se vale recordarlo, que hay crisis.
Leeré el libro, ahora que estoy aterrizando, tarde y a destiempo, en ese tiempo de historia
"La amargura de la memoria. República y guerra en Zafra (1931-1936)". O meu pai está a ler esse livro. Segundo ele, está a ser muito interessante...
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