Uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que dice conocer un tipo que un día fue feliz. Ya se nos había olvidado el larguísimo título de esta canción de Serrat del año 1981, pero detalles de la actualidad rescatan de la memoria lo que uno menos se espera. Dicen que, como en aquella canción, siete grados de separación nos conectan con cualquier otra persona en el mundo. Si eso fuera cierto, sería muy fácil vincularnos con un banquero corrupto o un presentador de telebasura, que todos tenemos algún conocido que pudo haber estudiado con algún primo segundo de ellos.
Mal asunto este de intentar criminalizar a alguien basándose en cadenas de carambolas y coincidencias, como hizo la Delegada del Gobierno en Madrid para desprestigiar a la Plataforma de Afectados por las Hipotecas y compararla con el mismísimo diablo. Y menos mal que en nuestro código penal todavía no es delito el conocimiento lejano de un criminal, porque a buen seguro que la aprovechaban algunos para desacreditar cualquier protesta social. Esta salida de pata de banco de la señora Cifuentes no es más que una estrategia de despiste para desviar el foco de algo que sí le preocupa: el apoyo popular que van alcanzando los movimientos contra los desahucios y el temor que algunos políticos sienten al ser señalados con el dedo. Cuando desalojaban a niños y ancianos de sus casas, rodeados de escopetas y pelotas de goma, no se hablaba tanto de acoso ni de violencia; ahora que los desahuciados llaman al timbre de quienes no impiden aquellas escenas, todo se convierte en poco menos que entorno del entorno del terrorismo. Mal asunto.
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 1 de abril de 2013.
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