15 julio, 2013

Una de espías

La literatura y el cine están plagados de historias de espionaje, infiltrados y agentes dobles que nos han permitido disfrutar de momentos de intrigas y emociones. Lo que nunca sospechamos los amantes del género es que los espías de verdad acabarían perdiendo tan fácilmente su carácter secreto y pasaran a las portadas de los periódicos de todo el mundo. Edward Snowden es el último de esos espías y hace un par de semanas provocó indirectamente que unos cuantos gobiernos occidentales hicieran el ridículo y algo más.

Y es que el revuelo originado con la retención en Viena del avión presidencial de Evo Morales ha pasado sin ser analizado a fondo. Un defensor del orden mundial imperante explicaba en televisión que se había impedido al Presidente de Bolivia sobrevolar su territorio con el débil argumento de lealtad al aliado estadounidense, sin preguntarse siquiera si existían motivos razonables. Lo que no han tenido en cuenta todos los valedores de este sainete es que Snowden no es un terrorista, ni ha desvelado secretos que pongan en riesgo la seguridad de ningún país, ni ha traicionado a su gobierno. No había ni un solo motivo justo para hacer peligrar aquel vuelo, ni tampoco lo hay para negarle refugio. Snowden, aparentemente, no ha hecho más que denunciar las graves violaciones de la intimidad y de las comunicaciones que algunos gobiernos occidentales practican sin pudor, incumpliendo las propias leyes que promulgan y dicen proteger. Esta película de espías no tendrá un final feliz si este joven acaba mal por denunciar la inmundicia de algunos gobiernos que se consideran, paradójicamente, paladines de la libertad.  

Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 15 de julio de2013.

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